Despierta inquietud, la posibilidad de que Margarita Cedeño sea la compañera de boleta de Gonzalo Castillo, candidato presidencial del PLD, partido en el gobierno; ella lo apoya y comparte sus ideales, pero ama a Leonel Fernández, su esposo, quien pasó a ser líder en la oposición; quiere cambiar lo que estableció.
Margarita se mece en esta hamaca: amor político en el gobierno y amor de pareja en la oposición. Cuando Leonel en el PLD, iba a asumir su segundo mandato presidencial, se enamoraron y casaron; la convirtió en Primera Dama y luego le gestionó la Vicepresidencia, que ocupa.
El gobierno y la oposición deben estar bien atentos a las señales y mensajes que se desprenden de las actitudes y acciones de este matrimonio que aparenta posiciones contrarias; parecería que la esencia de su amor está en el poder; tienen ambiciones e intereses comunes, persiguen la misma meta: ser presidente o candidato a algo. El poder, los une; es como el fosforo, que enciende la mecha, la pasión como pareja; están dispuestos al mayor sacrificio para mantenerla activa.
Leonel perdió las primarias del PLD y enojado, lo abandonó, después de haber militado 40 años y haber sido presidente en tres periodos constitucionales. Su esposa, Margarita, decidió quedarse. Este matrimonio confunde: de su casa original, uno se queda y el otro se va. ¿Plan estratégico? ¿Aseguran que uno quede en el poder? ¿Piensan en los pobres y la justicia social? Ni lo mencionan, hablan del poder.
Recordemos que la pasión, en cualquier pareja se incentiva de diferentes formas: regalos, mimos, etc., depende de la meta. Pero si el amor, lo sostiene el poder político, los mecanismos a esgrimir son otros, para hacer realidad ambiciones, deseos insatisfechos y por supuesto, afectan el pueblo. Tienden a sorprender con sus acciones, con los cambios, con la complicidad para alcanzar metas; planean estrategias, como cuando Margarita dijo “con Leonel es un perder -perder” y luego lo apoya en campaña y le da besos en los labios, por si acaso. Eso “los excita” y la unión será eterna.
Esa hamaca, esas camas para amarse, una en el gobierno y otra en la oposición, esa plataforma de trabajo político, es como una droga, un viagra, un juego erótico excitante: hay complicidad, competencia, retos, claves para mantener unidas; de lejos se hacen guiños y en la intimidad, disfrutan narrándose las travesuras y como consiguieron más poder. Esa alcoba es angustiante cuando se conjugan en ella, las ansias de poder.
Me imagino que no es cuestión de ideología ni pensar en los pobres, la pasión de Leonel y Margarita en la intimidad, cuando hacen el conteo de quien logró más arrastre, quienes cayeron en el gancho y por qué uno es más hábil que el otro. Cuánta risa, ¡que goza! vaya ejemplo para las nuevas generaciones. ¿Sera Margarita candidata Vicepresidencial de Gonzalo? ¿Ira a la Fuerza del Pueblo con Leonel? ¡Pobre pais!