Kiev. – Más de una decena de países, entre los que se cuentan socios clave de Kiev como Francia o el Reino Unido y países que le proporcionarán cazas de combate F-16 como Dinamarca o Países Bajos, han anunciado en los últimos días y semanas que permitirán que Ucrania utilice el armamento que le envían para golpear objetivos situados dentro de Rusia.
La primera potencia aliada de Ucrania en levantar la prohibición al uso de su material militar contra territorio ruso fue a principios de este mes el Reino Unido, cuyos misiles de largo alcance Storm Shadow ya están siendo empleados por Kiev para atacar la retaguardia enemiga, según desveló esta semana un consejero del Ministerio de Industrias Estratégicas de Ucrania.
Tras el cambio de política de Londres, una cascada de países que envían ayuda militar a Ucrania han ido eliminando esta restricción que imponían a sus envíos de armamento ante las peticiones cada vez más insistentes e incluso desesperadas de Kiev en ese sentido.
Los últimos en sumarse a la lista podrían ser Alemania y Estados Unidos, cuya contribución es capital para el Ejército ucraniano.
En una rueda de prensa conjunta con el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, evitó esta semana pronunciarse de forma clara a favor de dar libertad de acción a Ucrania, pero las voces para que dé el paso suenan cada vez con más fuerza dentro, incluso, de su propio partido.
Una situación parecida se da en Estados Unidos, donde varias figuras señeras de la Administración del presidente Joe Biden han insinuado su disposición a levantar las restricciones a Ucrania, algo que, sin embargo, no ha sido anunciado, por el momento, como nueva política oficial de Washington.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su diplomacia llevan pidiendo que se les dé la posibilidad de golpear objetivos militares en Rusia desde que empezaron a recibir armamento occidental en los primeros meses de guerra.
Kiev considera injusto no poder atacar el territorio desde el que es golpeado a diario y ha comparado la situación en la que se encontraba hasta ahora a la de un luchador que debe hacer frente a su oponente con una mano atada a la espalda.
Pese a ello, el miedo a las posibles represalias de Rusia -cuyo presidente, Vladímir Putin, ha elevado el tono amenazando con “graves consecuencias” para los “territorios densamente poblados” de los países que eliminen estas restricciones a Ucrania- se habían impuesto hasta ahora en la inmensa mayoría de Gobiernos socios de Kiev.
Los cambios de postura sobre la cuestión se han precipitado este mes después de que Rusia intensificara sus ataques transfronterizos con la apertura, a mediados de mayo, de un nuevo frente en la región de Járkov, en el noroeste de Ucrania y limítrofe con la Federación Rusa.
La penetración rusa disparó las alarmas en Kiev y en las principales capitales occidentales, donde también provocaron conmoción los últimos ataques lanzados por Rusia desde su territorio contra infraestructuras civiles de la capital regional, Járkov, la segunda urbe más grande de Ucrania después de Kiev.
Dos bombas aéreas guiadas lanzadas presumiblemente desde aviones rusos que no tuvieron la necesidad de entrar al espacio aéreo de Ucrania cayeron sobre un centro comercial de Járkov durante la tarde del pasado sábado.
Según el balance oficial definitivo, 19 de las centenares de personas que hacían sus compras en la gran superficie en el momento del impacto perdieron la vida en las explosiones.
Esta nueva matanza de civiles llevó a Zelenski a reforzar sus llamamientos para que sus aliados le permitan neutralizar en origen los ataques que Rusia lanza desde el otro lado de la frontera.
La campaña activada por el presidente ucraniano está surtiendo efecto y el número de países que retiran las restricciones impuestas a Kiev en el uso de armamento no ha dejado de crecer esta semana.
La posibilidad de usar misiles antiaéreos y de largo alcance, tanto desde tierra como desde el aire, contra objetivos situados en el territorio o el espacio aéreo rusos, dará a Ucrania la posibilidad de golpear lanzaderas de misiles, cazas rusos que dejan caer bombas aéreas contra posiciones y ciudades ucranianas y concentraciones de tropas como las que desplegó Rusia para su ofensiva transfronteriza sobre Járkov.