Masacres de Arizona y Guatemala: lejos pero cerca

Muy mal les ha entrado el año a Estados Unidos y a Guatemala.

Dos masacres han esfumado los residuos de las emociones navideñas de la víspera:

El demente Jared Lee Loughner, 22 años, ha tiroteado el sábado 8 de enero un acto político público que celebraban los demócratas en Tucson, Arizona, Estados Unidos y ha matado a seis personas, entre ellas el juez federal John Roll y una niña de nueve años, y ha dejado en coma a la congresista Gabrielle Gifford, de 40 años, entre otros heridos.

Cuatro días antes, en la periferia oeste de ciudad Guatemala, en Centroamérica, una madre y sus dos hijos, 3 y 11 años, y cuatro personas más morían dentro de un bus de la ruta extraurbana incendiado por la explosión de un artefacto que –han dicho las autoridades–  habría dejado minutos antes la usuaria inadaptada Sonia Elizabeth Veliz Hernández, 20 años, perteneciente a la pandilla Mara 18. 16 resultaron heridas.

Las causas atribuidas a los sucesos son tan dramáticas como los hechos mismos: xenofobia, racismo, actitud anti-inmigrante, en el primer caso; incumplimiento de pago a tiempo del peaje a la pandilla Mara 18, para poder transitar, en el segundo.

Son hechos recurrentes en estos países, no en La República Dominicana, que no registra casos parecidos, salvo la bomba incendiaria que empresarios del transporte urbano le lanzaron hace poco a un autobús en marcha repleto de mujeres que iban a su trabajo.

Eso no significa sin embargo que estemos exentos de tragedias de tal envergadura. Este mundo tan global como desigual es socializado a velocidad increíble por los medios de comunicación masiva; por tanto, decenas de millas de distancia ni por asomo son obstáculo. Estamos lejos pero cerca…

Y la importación y difusión de las metodologías del crimen constituye uno de los productos básicos del paquete con todo incluido de los procesos globalizadores que gozamos… y sufrimos.

Pocos actores mediáticos, empero, reparan en ello por estas tierras abrumadas de información transmitida por instrumentos de difusión impresos, televisuales, radiofónicos y digitales. El mercantilismo puro y simple es el buque insignia.

No hay tiempo para advertir que las telenovelas y películas presentadas a cualquier hora son verdaderas cátedras de cómo matar de manera macabra para mandar mensajes y cómo hacerlo  sin dejar huellas a la vista; cómo tragarse 200 bolsitas de drogas y hacer de mula a cambio de unos cuantos dólares; de cómo comprar autoridades y comunidades enteras y cómo hacer de pistolero efectivo y cómo volar con explosivos edificios enteros; cómo se hace millonario en dólares y cómo se arrodilla a la autoridad…

Menos tiempo hay para darse cuenta que muchos programas de radio son un master en agitación, juicios apriorísticos, mentiras y asesinatos a reputaciones ajenas. Y que algunos diarios se solazan con el morbo con publicaciones de historias descontextualizadas pero ilustradas que solo inducen a la repetición de malas conductas entre los consumidores pasivos.

El entramado mediático tiene parte de la culpa de la violencia que impacta al mundo. Porque los medios no son simple reflejo de la realidad, como irresponsablemente se vende. Ellos la construyen y, como segunda escuela, inculcan sus productos terminados en las mentes de millones de perceptores acríticos. La inocuidad que le atribuyen es una falsedad.

Un autoexamen no caería mal, entonces, en ese territorio urticante. Bien profundo, como lo necesita la sociedad toda.

Prefiero un millón de veces la autocrítica que lamentar luego, más temprano que tarde, masacres como las de Arizona y Guatemala.

tonypedernales@yahoo.com.ar