Matanza yihadista en Paris

Vuelve a correr la sangre de inocentes y el miedo se impone como estrategia para alcanzar fines políticos, ahora en nombre de una doctrina religiosa.  Usan el credo Suní, dentro de la Religión Musulmana para fomentar el sectarismo, el miedo y el terror.

Buscan excusas en las grietas de la política internacional para justificar su brutalidad religiosa, política y cultural.  Acá jamás está presente la lucha de civilizaciones, sino el choque de ignorancia.  Es decir, que las pasiones religiosas están dentro del individuo, pero las balas que salen del AK-47, aunque el gatillo se apriete exteriormente, terminan con la vida de inocentes, arropadas con el manto sagrado como coartada.

Es verdad que la política internacional carece de mecanismos pacíficos para darle solución a los conflictos.  Ha demostrado, una y otra vez, que desconoce cómo resolver los problemas políticos, culturales y religiosos de Medio Oriente.  Dada la proliferación de Estados fallidos y el surgimiento de tantos grupos extremistas, en la Región.

Queda demostrado, con estos nuevos ataques; en París, la debilidad y el hundimiento de estas madrasas islámicas, porque sienten que el asedio militar les está produciendo bajas, les quita posibilidades económicas, al perder, por los ataques, el control de los pozos petroleros; y les rompe la autoestima o la moral a sus fuerzas.  Por ello atacan y matan a mansalva, buscando nuevos adeptos y con el fin de subirle el ánimo a los combatientes, en el campo de batalla.

Decían que Allah es grande, pero, ¿De qué promete Allah salvarles? Del terror, de la impotencia, de la muerte y le da el paraíso como refugio, con todas las doncellas que quieran.  Adquiere el miedo, con estos actos, una voz elocuente y discursiva.  Puesto que los terroristas sienten que hacen justicia.  Pero, es peor, cuando las víctimas sienten culpabilidad y, por tanto, merecen este castigo.  ¡Cuidado! Que el terrorista infunde el miedo como una virtud y entiende que el fin justifica los medios.

Cometen estas atrocidades como chantaje directo, pues piensan que, mientras más angustia y pavor provoquen, pondrán más presión a los Gobiernos.  Es el terrorismo de una minoría que se siente agraviada y quiere imponer sus reclamos, por medio de actos criminales.  Con todo ello, persiguen provocar a los Estados, a fin de desprestigiarlos frente a sus sociedades, si responden en forma desproporcionada y al margen de la Ley.

Destruir la narrativa terrorista, de que actúan como consecuencia, por los ataques en Siria, es lo más importante.  Matan en templos chiitas en Irak, en Sudan, en Arabia, en Bali, en Israel. A los Sufíes de Irán, a los Romíes del Líbano y a los Cristianos. Asesinan Personas sin armas, por el mero hecho de tener una religión distinta.  En todos los países y naciones del Medio Oriente y en África.  Eso lo hacen todos los días, matanzas y destrucciones, de mayor envergadura que la vivida en París.

Entendamos la demanda política que enfrentamos, púes, el miedo nunca alcanzó unos altares tan altos en el mundo.  Pensemos en el Islam como la única religión que abarca la vida, tanto pública y privada de las personas.  Quien sale y se convierte a otra religión tiene que emigrar. Piensen que, en el Árabe clásico no existe la palabra derecho.