"Matilda", un estreno a prueba de bomba

"Es una historia de amor que tuvo una gran influencia en el destino de nuestro país", afirmó Alexéi Uchítel, director de la película, al mostrar la cinta a la prensa.

MOSCÚ.- La película «Matilda», que ha reabierto cien años después viejas heridas en la sociedad rusa al abordar el romance entre el último zar y una famosa bailarina, se estrenó hoy entre estrictas medidas de seguridad.

«Es una historia de amor que tuvo una gran influencia en el destino de nuestro país», afirmó Alexéi Uchítel, director de la película, al mostrar la cinta a la prensa.

El Kremlin defendió la película, el Ministerio de Cultura autorizó su proyección y la Policía detuvo a los ultraortodoxos que amenazaron de muerte a sus autores por dañar la imagen del zar y santo, pero la tensión volvió a crecer según se acercaba su estreno.

Más de 2.000 cines en todo el país proyectaron hoy la cinta con detectores de metales en sus puertas y patrullas policiales en sus inmediaciones en prevención de ataques por parte de sus detractores, que intentaron, hasta el último momento, su prohibición al considerarla una «blasfemia».

«El Estado debe garantizar la seguridad en los cines. Si empezamos a ceder, ganarán y eso sí sería inadmisible», señaló el director de «Matilda», cuyo estreno coincidió con el centenario de la revolución bolchevique según el antiguo calendario.

Las autoridades mantendrán este dispositivo policial al menos hasta el fin de semana, cuando se espera que cientos de miles de espectadores acudan a los cines a ver la película que ha dado tanto que hablar durante los últimos meses.

«Aún recibimos mensajes aislados con amenazas (…), pero actuar ahora contra la película sería un suicidio, ya que cualquier intento sería reprimido por la Policía», dijo Alexéi Riázantsev, director general de la compañía de cine Caro-Premier.

Toda precaución es poca, dados los antecedentes, ya que, además de las amenazas de muerte, el estudio de Uchítel fue atacado, los coches de su abogado incendiados y un radical empotró un coche contra un cine en Yekaterimburgo.

Los líderes de la organización responsable, Estado Cristiano, están en prisión, pero en el preestreno esta semana en San Petersburgo y Moscú fueron detenidos varios sospechosos, y grupos de creyentes organizaron aislados actos de protesta.

«No le deseo a nadie lo que he vivido estos meses. Me amenazaron con romperme los brazos y las piernas», dijo Uchítel.

El director reconoció que el guionista pidió salir con seudónimo en los créditos, mientras las principales televisiones públicas declinaron publicitar la película.

Y es que, debido a las amenazas, sus principales protagonistas, el alemán Lars Eldiger, que interpreta al zar Nicolás II, y la polaca, Michalina Olszanska, que encarna a Matilda Kshesínskaya, no acudieron al preestreno.

«Tenemos un gran respeto por Nicolás II. Lo he llegado a querer como persona, pero no como un santo», comentó Eldiger a la prensa.

Uchitel, que lleva meses pidiendo a los críticos que vean la película antes de condenarla, insiste en que «Matilda» es ficción y que se permitió ciertas licencias históricas, aunque la mayor parte del argumento se basa en hechos verídicos.

Es sabido que el último zar, Nicolás II, mantuvo una relación prematrimonial con la bailarina, estrella del teatro Marínski de San Petersburgo, entre 1892 y 1894.

Pero, aparentemente, ese romance terminó en cuanto el heredero ascendió al trono tras el fallecimiento de su padre, Alejandro III, y se casó con Alexandra Fiódorovna a finales de 1894.

«La película narra una historia de amor en situaciones extremas. El zar eligió su destino. Eligió entre la libertad y el amor, y el deber familiar», explicó.

«Matilda» arranca con una escena en la que Kshesínskaya baila en público con un pecho al descubierto tras rompérsele uno de los tirantes, pero apenas hay escenas que puedan herir la sensibilidad del espectador.

Una de las licencias que más indignó a los defensores del mártir y santo ortodoxo es cuando el zar se desmaya durante la ceremonia de coronación al ver a su amada, aunque Uchítel insiste en que el desmayo sí tuvo lugar.

No está de acuerdo la jefa de la Casa Imperial Rusa, María Románova, quien denuncia que Nicolás II es presentado como «un obseso sexual», cuando era «un hombre ejemplar desde el punto de vista familiar».

«No es sorprendente que mucha gente sienta indignación (…), más aún cuando para los ortodoxos el emperador y su familia, junto a la que fue fusilado, son santos», comentó a Efe su portavoz.

Con todo, pese a sus inexactitudes históricas, rechazó su prohibición, aduciendo que el mejor antídoto contra la mentira y la injuria, es la verdad.

Mientras, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, arremetió recientemente contra la película, acusando a sus autores de provocar nuevas divisiones en la sociedad y herir con sus mentiras a un gran número de rusos.

Los detractores de la cinta rodaron una versión alternativa para denunciar todas las «mentiras» de «Matilda».