Desde el inicio de la pandemia ha preocupado la letalidad del COVID-19 por las complicaciones pulmonares que produce, y, en consecuencia, China tomó medidas de confinamiento extremas para controlar el contagio en Wuhan. Luego, la gran cantidad de muertos en Italia y España afianzó la idea de que el virus era mortal. El pánico cundió y una gran parte del mundo entró en cuarentena.
Sin duda, el virus ha afectado muchos países, pero los datos reflejan ya un impacto diferenciado por países y regiones en el número de muertes que ha causado.
Las cifras que diariamente ofrecen los gobiernos son el número de contagiados, el número de muertos y la tasa de letalidad calculada en función de las muertes por contagiados. Esta tasa de letalidad tiene problemas porque el universo real de contagiados es siempre desconocido por la imposibilidad de hacer pruebas a todo el mundo.
Un dato al que se ha prestado menos atención y merece consideración es el número de muertes en relación con la población de cada país, o tasa de mortalidad. A fin de cuentas, la gente teme más a la muerte que al contagio que puede resultar benigno, y mientras más bajo sea el número de muertes en relación con la población, menos catastrófico es el virus para la sociedad.
Al comparar la tasa de mortalidad para los cinco países de América Latina con mayor número de muertes reportadas con las de Estados Unidos, Canadá y los cinco países de Europa Occidental con mayor número de muertes, es claro que los países de América Latina registran, hasta ahora, menos muertos.
Veamos: según los datos reportados al 2 de mayo por el Johns Hopkins Coronavirus Center, la cantidad de muertes por 100 mil habitantes en los países considerados es la siguiente: México 1.63, República Dominica 3.07, Brasil 3.23, Perú 3.75, Ecuador 8.02, Canadá 9.94, Estados Unidos 20.29, Francia 36.97, Reino Unido 42.42, Italia 47.51, España 53.72 y Bélgica 67.98. O sea, mientras en la República Dominicana han muerto 3 personas por 100 mil habitantes, en Bélgica han muerto 68.
¿Por qué estas diferencias notorias en el número de muertes? Hay varias posibles explicaciones, entre ellas: la edad de la población, el subregistro de muertes, las prácticas culturales de acercamiento, condiciones climáticas, calidad del sistema de salud, efectividad de las medidas de control, características genéticas o inmunológicas, ciclo o mutación del virus.
Un subregistro masivo de muertes sería imposible en los países de América Latina referidos (no podrían esconder tantos muertos). La calidad del sistema de salud no es mejor que en los otros países, ni las medidas de control del contagio han sido más fuertes. La sociabilidad y cercanía física predominan en la cultura latinoamericana. Factores climáticos, genéticos, inmunológicos o virológicos tendrían que ser estudiados por las ciencias médicas y naturales.
Una ventaja para América Latina es la población más joven. Mientras la edad media de los países latinoamericanos referidos es menor de 35 años, en los demás es mayor. Por ejemplo, mientras en la República Dominicana la edad media de la población es 28.8 años, en España es 42.7 y en Italia 45.5.
No sugiero que la única variable de significación para explicar el impacto diferenciado de muertes por COVID-19 sea la edad, sino que esta variable podría ser parte importante del porqué en América Latina se reportan al presente menos muertes. Además, esto debería considerarse al elaborar estrategias de control y reapertura de la economía.