Mi hija adolescente está embarazada

La posibilidad que tengo de trabajar tanto en la consulta privada como en un centro de asistencia del Estado me da la ventaja de ponerme en contacto con las realidades que se viven en las distintas clases socioeconómicas.

Siempre he dicho que todos los padres y madres tenemos las mismas preocupaciones y manejamos los mismos problemas con los hijos.

En mi trabajo desde hace tantos años he podido dar conferencias a madres y padres de los barrios más pobres de nuestros país, así como a altos ejecutivos y ejecutivas de las empresas más prestigiosas y la conclusión es siempre la misma, al fin y al cabo, quitando todos los adornos, solo somos madres y padres, manejamos los mismos miedos, ambivalencias, frustraciones y desaciertos, sea en una urbanización de clase poderosa económicamente o en un barrio de la parte alta de la ciudad.

El tema que me ocupa hoy lo manejamos en la consulta con mucha frecuencia y no es extraño ya que en nuestro país el embarazo en la adolescencia  alcanza ya la cifra de un 15% aproximado en las zonas más urbanas con una tendencia al aumento en la población rural y en las zonas más empobrecidas.

Frente a esta situación las familias de las distintas clases sociales reaccionan diferente en cuanto a los recursos disponibles para solucionar el problema, pero en el fondo las creencias que guían estas acciones son las mismas. No importa la educación del padre ejecutivo en relación con el obrero, su reacción va a ser sorprendentemente parecida:

–          Comienzan a ver a la adolescente como una adulta solo por haberse iniciado en la actividad sexual

–          La ven como culpable y descargan al varón que la embarazó

–          La manera que el varón tiene de ser “responsable”, sea otro adolescente o un adulto, es casándose o uniéndose a ella, aún en contra de la voluntad de la adolescente

–          Lo que ocurra luego de que viven juntos, sea violencia de cualquier tipo o infidelidad, es culpa de la adolescente por haberse comportado como una “vagabunda”

–          Los padres pueden obligar a la adolescente a hacerse un aborto aún en contra de su voluntad

Todas estas creencias son machistas, dañan las relaciones familiares y no permiten que cada uno de los involucrados asuma la responsabilidad que le corresponde.

Estas cifras tan altas de embarazos en la adolescencia no son responsabilidad solo de los adolescentes implicados y de sus familias, ésta es una responsabilidad compartida con el Sistema de Educación, con el Sistema de Salud, con el Estado y su incapacidad de dar respuestas y con todos los ciudadanos y ciudadanas que habitamos esta isla, que seguimos dando soluciones poco asertivas cuando se nos presenta la situación u opinamos sobre ella.

La iniciación en la sexualidad no es el inicio de la adultez, de hecho si la mayoría de los adultos no asumimos la sexualidad de manera responsable, que podemos esperar entonces de dos adolescentes que están en una situación como esta, llenos de miedo, culpa y confusión, sin saber qué hacer.

Quiero decirles a los padres de la adolescente que ella sigue siéndolo, que sobretodo ahora tiene grandes necesidades de afecto y apoyo, que no necesita que la culpen de lo ocurrido pues en la mayoría de los casos  ella suele sentirse bastante culpable, aunque se muestre desafiante en su conducta, esta actitud suele ocultar el miedo y la rabia con ella misma y con la situación que está viviendo.

Quiero decir que ambos tienen igual responsabilidad, fíjense que no hablo de culpa y que por lo tanto el varón así como la chica deberán asumir por igual las consecuencias de sus actos. Que la consecuencia no es casarse y vivir juntos si no están listos, es el momento de conversar, negociar, pensar en otras soluciones y recibir el apoyo de ambas familiar que están involucradas.

Lamentablemente en las familias más pobres la solución de que vivan juntos viene dada por la situación económica y por supuesto por las creencias que ya hemos mencionado, la familia como ve a la chica como una adulta entiende que debe irse con “su marido pues es su obligación”, de paso esto los libera de los costos económicos.

Lo que suele pasar, en los casos que he visto, es que al cabo de unos meses la chica regresa con sus padres pues la situación con el jovencito es insostenible, de manera que finalmente es la familia de la chica la que termina asumiendo las responsabilidades, pero ya se ha dañado la relación por un mal manejo, lo cual genera una situación difícil en la casa.

Recuerdo un caso que vi hace unos años de una jovencita de 17 años, deportista, de familia de clase alta, con una carrera prometedora en el tenis. La madre me la lleva para que la convenza de que lo que más le conviene es  hacerse un aborto, obviamente los psicólogos no estamos para dar soluciones ni tomar decisiones que le tocan a los pacientes.

Cuando hablo a solas con la chica, ella bañada en llanto, me dice que no quiere hacerse un aborto, pero tampoco casarse con el padre del bebé, que era mayor que ella y a la vista de su madre, “un buen partido”. Me contó además que no entiende porqué la quieren obligar  a hacer algo que no quiere, si su hermano embarazó a la novia, no hubo problema con esto, no los obligaron a casarse y ahora tienen el niño, cada uno viviendo en su casa y continuaron con sus vidas de manera independiente. Los padres están felices con el niño y lo tienen como el nieto querido.

Como ven, este caso devela todas las creencias aprendidas en la cultura machista sobre la diferencia de cómo se vive la sexualidad y la responsabilidad con los hijos, de los hombres y las mujeres.

Termino planteando que ninguna adolescente debería quedar embarazada, pero que si ya lo está, solo queda aprender de la situación.

Que ningún adolescente, sea hombre o mujer está listo para asumir la responsabilidad de un hijo y por esto necesitan el apoyo de la familia, pero en equidad y en justicia, sin culpar, ofender o ponerlos en un riesgo mayor, pues esta es una responsabilidad de ellos, de  sus padres y de todos los adultos que conformamos la sociedad.

 

solangealvarado@yahoo.com