“Mi Madre”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores. Esperando que con el favor de Dios se encuentren gozando de mucha salud en compañía de su querida familia.

Mucho me recuerdo de mi madre. Si no hubiese sido por lo recta que ella era, yo hoy en día no sería quien soy. Yo cuando muchacho era un poco rebelde, claro que mi padre me corregía lo que hacía mal, pero mi madre como buena hija de españoles no me pasaba una. Hoy en día, que no la tengo  junto a mí porque vive en la presencia de Dios Padre, puedo comprender que lo que ella me decía cuando era un niño y después cuando joven, era todo por mi bien, y para que fuera un hombre recto para el futuro, cosa que le agradezco infinitamente y que nunca podré olvidar.

Les quiero contar una historia de dos amigos que se encontraban tomando un café en un lugar, y uno le decía al otro en tono de queja: Mi madre me llama mucho por teléfono a la oficina y solo para pedirme que vaya a verla y a conversar con ella; siempre me dice lo mismo, que se siente sola y que ella está sola. La verdad, es que yo voy poco a verla y en muchas ocasiones me molesta que me este llamando a la oficina para decirme lo mismo. Ya sabes cómo son los viejos; cuentan las mismas cosas una y otra vez y eso sin mencionar los achaques que tiene cada día. Bueno como tu bien sabes nunca me faltan los compromisos: el trabajo, los amigos, la asociación. En fin, ya sabes cómo es la cosa, ¿no? El otro amigo se queda callado, y luego responde: Yo en cambio, converso mucho con mi madre. Cada vez que estoy triste, voy donde ella; cuando me siento solo o cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y ella me conforta, me da fortaleza, y siempre termino sintiéndome mejor. ¡Caramba, se apenó el otro. Eres mejor que yo.

No lo creas, soy igual que tú, o al menos lo era, respondió el amigo con tristeza. En realidad visito a mi madre en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo, tampoco yo iba a conversar con ella, ya que pensaba y sentía lo mismo que tú. Y no sabes cuánta falta me hace ahora su presencia, cuánto no daría por las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que yo rechazaba porque ya no era un niño. O cuando con torpeza le decía: Yo sé lo que hago, y por ello cometí muchos errores. Ay amigo, si supieras ahora cómo la busco, y ahora es mi mejor amiga.

Cuando sentado en la tierra fría del camposanto mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse, te quiero le digo, palabras que nunca escuchó de mis labios, le pido que me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di, más el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.

Mira con ojos empañado a su amigo y luego le dice. Discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, conversa con ella hoy que la tienes, valora su presencia, resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de uno u otra manera forman parte de su ser. No esperes a que esté en un cementerio porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente. Será un hueco que nunca podrás llenar. No permitas que te pase lo que me pasó a mí.

Mis queridos hermanos, tú que me lees no dejes pasar este día si la tienes viva, para decirle mucho que la quieres. Ella te llevó por 9 meses en su vientre, nadie te puede querer más que ella, y recuerda que ella te perdona lo haya hecho, pues es tu madre.

Termino con el Versículo 12, del libro del Éxodo, Capítulo 20 que dice: Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.