Trípoli.- Las autoridades rebeldes libias formarán en los próximos días un nuevo comité ejecutivo para dirigir el país mientras dure el alzamiento, anunció este domingo el primer ministro interino, Mahmud Yibril.
En una rueda de prensa en Trípoli, Yibril señaló que la composición del nuevo Ejecutivo será anunciada en un plazo máximo de diez días y que en ella estarán representados todas las facciones y regiones del estado, incluidas las ciudades que aún no han sido liberadas.
Yibril rehusó aclarar, sin embargo si él mismo, que ha sido ampliamente criticado en los días pasados, volverá a presidir esta especie de gobierno transitorio.
Simplemente se limitó a señalar que no se formará un Ejecutivo definitivo que pilotee la transición «hasta que no se haya liberado todo».
«No es un gobierno de transición al uso, si no una autoridad ejecutiva con una serie de objetivos. No habrá gobierno transitorio hasta que toda Libia sea liberada», afirmó en alusión a Bani Walid, Sirte, Jufrah y Sabha, la ciudades que todavía controlan tropas gadafistas.
«Habrá una oportunidad para todos los libios. Será un comité de unidad nacional, formado por miembros de todos los lugares, incluidos las zonas no liberadas», insistió.
Yibril pidió «paciencia a los libios» y les aseguró que las nuevas autoridades, bajo la batuta del presidente del CNT, Mustafa Abdul Yalil, trabajan en la convocatoria de una conferencia nacional.
«Los esfuerzos para la reconciliación nacional ya han comenzado bajo la supervisión de Abdul Yalil con el objeto de formar una Libia unida», destacó.
«Esperamos terminar pronto con la cuestión de las ciudades asediadas y así volver a estar unidos», agregó.
A este respecto, negó que exista conflicto alguno entre la clase política libia, y reiteró que tampoco lo hay entre su persona y el principal comandante de las tropas rebeldes libias sobre el terreno, Abdel Hakim Bel Hach.
«Niego cualquier tipo de división, y menos con Bel Hach o con la cúpula militar. Trabajamos juntos, no hay problemas entre nosotros. Es más, trabajamos bien», subrayó.
En el plano estrictamente interno, Yibril anuncio que el país ha recuperado la producción de petróleo en un yacimiento del este que no quiso especificar, y dijo que muy pronto ocurría lo mismo en una zona del oeste.
Asimismo, dijo que en unos días se pagarán todos los salarios de de julio y agosto en el este del país, y algo más tarde en Trípoli y el oeste.
«Ya hemos recibido cerca de mil millones de dinares de los fondos congelados, y pronto llegarán otros 700. Hemos aguantado durante 42 años (una dictadura), le pido ahora a los libios paciencia porque solo llevamos seis meses», apostilló.
Yibril compareció este domingo ante la prensa apenas 24 horas después de que llegara por vez primera a la capital Abdul Yalil, en medio de críticas de diversos grupos por lo que consideran falta de efectividad del CNT
Jefes de clanes de la provincia occidental de Tripolitania -en la que se halla la capital- así como líderes militares de zonas de gran actividad bélica como Misrata creen que la citada autoridad carece de poder de decisión, ya que no se ven avances palpables en la reconstrucción política, social y económica del país.
El más crítico ha sido hasta la fecha el líder militar islámico Ismail al Salabi, quien ha pedido públicamente la renuncia de la autoridad de transición «ya que en realidad son remanentes del antiguo régimen».
En el ojo del huracán se sitúa el propio Yibril, un tecnócrata que colaboró con el anterior régimen en un fallido intento de apertura económica, y que ya ha advertido que «la guerra no ha acabado» y que «el reto más difícil es el de la reconciliación».
A Yibril, algunos grupos en Trípoli, Misrata e incluso en la propia capital rebelde, Bengazi, le recriminan que haya pasado mucho tiempo viajando por el extranjero y no se haya ocupado de resolver los problemas más acuciantes y fundamentales de la población.
En el fondo del laberinto se mezcla, no obstante, la dificultad de repartir el pastel del poder y la gestión de una economía rica en un estado donde las infraestructuras políticas son débiles y la sociedad civil inexistente.
A ello se une, además, el complejo origen de los grupos que conforman la «coalición del 17 de febrero», nacidos de un intrincado sistema tribal.
Pero también existen viejas rencillas regionales, como la tradicional rivalidad entre la Tripolitania y la Cirenáica, donde se halla Bengazi, y cuestiones étnicas, como las fidelidades de los bereberes del oeste -unidos al alzamiento- y los nómadas del sur -más proclives a Gadafi.
Igualmente, poblaciones como la de Misrata, que es la que más sangre ha aportado a la guerra, también quieren ver su sacrificio compensando.
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