REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El mioma uterino puede ser sintomático. En ese caso, puede provocar sangrado menstrual abundante. Los de gran tamaño pueden ocasionar dolor pélvico, síntomas urinarios (micción frecuente, urgencia miccional…) y rectales (estreñimiento, presión rectal…) por compresión.
También pueden ser causa de esterilidad y de infertilidad dificultando la gestación o favorecer los abortos.
Durante el embarazo pueden incrementar el riesgo de amenaza de parto prematuro, rotura prematura de membranas, malposición fetal… Por ello, es muy importante diagnosticarlos en la ecografía del primer trimestre del embarazo.
La ecografía vaginal o abdominal es la prueba más importante para el diagnóstico de los miomas. Nos permite identificar el número, el tamaño y la localización. La ecografía 3D es muy útil a la hora de identificar y clasificar los miomas submucosos (los que afectan la cavidad endometrial).
Si no se consigue visualizar correctamente un mioma submucoso, se puede realizar una histerosonografía (ecografía transvaginal introduciendo suero salino en la cavidad endometrial mediante una cánula) obteniendo una imagen más precisa. Sirve para conocer su tamaño y localización, así como para su tratamiento tras resección completa del mismo.
Entre el 40% y el 70% de las mujeres llegarán a padecer en algún momento de su vida “la benignidad” de los miomas uterinos, un crecimiento anormal de tejido muscular liso que puede provocar, en algunos casos, infertilidad y esterilidad si está localizado en la pared endometrial, más aún a los 30 y 40 años de edad.
«Son más frecuentes en la mujeres que no han parido, en las que han tenido la menstruación muy precoz o por factores, digamos, hereditarios, posiblemente relacionados con el sistema hormonal», apunta la Dra. Carmen Sala, tocoginecóloga y experta en la calidad de vida de la mujer de la Clínica Gine-3 de Barcelona.
«Son más frecuentes en la mujeres que no han parido, en las que han tenido la menstruación muy precoz o por factores, digamos, hereditarios, posiblemente relacionados con el sistema hormonal», apunta la Dra. Carmen Sala, tocoginecóloga y experta en la calidad de vida de la mujer de la Clínica Gine-3 de Barcelona.
Si una mujer sangra entre periodos menstruales o la regla es muy abundante, a veces con coágulos, o dura más de lo habitual, o tiene necesidad de orinar con frecuencia o sufre retortijones o dolor durante los periodos o presión en la parte baja del abdomen, seguramente habrá desarrollado uno o múltiples miomas uterinos en diferentes localizaciones pélvicas.
«Tienes un mioma uterino -informo a la paciente tras realizar las pertinentes pruebas diagnósticas-… ¡Pues claro!, a mi madre la operaron de un mioma… ¡Uy!, y a mi hermana también se lo has visto -comenta ella-… Seguramente no es genético, pero sí es una especie de característica fisiológica familiar».
Y cabe incidir en que la mitad de las mujeres, aproximadamente, tendrá algún mioma uterino en torno a los cincuenta años.
A grandes rasgos, los miomas uterinos -fibromas- pueden ser de un tamaño inapreciable a simple vista ginecológica o de un tamaño que asusta, dándose casos muy notorios de masas tumorales superiores al peso de un bebé recién nacido; pero aún así, lo importante es su localización pélvica: en la zona intrauterina –submucosos e intramurales– o en la zona extrauterina –subserosos-.
«Las mujeres con miomas submucosos sufrirán reglas mucho más abundantes y de muchos más días de duración. Tanto es así que, incluso, el médico de cabecera puede detectar una anemia tras ver los datos de la hemoglobina en un análisis de la paciente», comenta la doctora Sala.
«Los miomas submucosos -intrauterinos- pueden generar fallos de implantación durante los tratamientos de infertilidad. En cuanto a la esterilidad, al ocupar estos miomas un espacio dentro del útero, pueden provocar abortos, partos prematuros o retardos en el crecimiento fetal», indica.
«Si la placenta se inserta justo en la pared endometrial donde se ha desarrollado este tipo de mioma, el tumor puede ocasionar patologías graves, como un desprendimiento de placenta», destaca la ginecóloga.
Los miomas subserosos pueden alcanzar tamaños muy grandes.
«A mi madre le quitaron uno de cuatro kilos»… me ha dicho alguna mujer en la consulta. Estos miomas generan, frecuentemente, problemas de compresión al apoyarse sobre la vejiga, dando ganas de hacer pipí más veces, o sobre la zona del recto, causando estreñimiento», describe.
Respecto a los tratamientos, dependerán de la edad de la mujer, de la localización, del tamaño y su sintomatología (alrededor de un 30% ocasionan síntomas), pero cada mioma se tratará de forma específica e individualizada.
«Si el mioma es un hallazgo casual en una revisión ginecológica y no produce síntomas, no habrá que realizar tratamiento alguno, ya que no degeneran en malignidad», expone.
«Si la mujer está en proceso de embarazo y se detecta un mioma submucoso habrá que aplicar un tratamiento quirúrgico selectivo para evitar problemas graves, como un fallo de implantación de la placenta».
Aclara la Dra. Sala Salmerón
Según el caso, también se podrá emplear la ablación de miomas por radiofrecuencia, que se realiza por vía vaginal a través de una aguja adecuada que aplica calor en el interior del mioma y necrosa su tejido. El mioma reduce su volumen y sus síntomas.