Los temas relativos a Haití con toda su diversidad de retos y problemas no pueden ser tratados ni considerados por los dominicanos como asuntos estrictamente externos o foráneos.
Ante la forma en que los medios prestan atención a la situación en la vecina nación podría parecer un lugar común por la reiteración, pero en rigor y vista con detenimiento, tal percepción sería miope o errónea.
Si era fuera la visión, se desconocería un elemento fundamental: Es tal la interacción e incidencia que esa cuestión tiene sobre nuestro país en términos migratorios, económicos y comerciales, que el impacto es crucial en cualquier sentido.
En este momento la expectativa de este lado de la frontera se centra en el 29 de noviembre, fecha en que se prevé un anuncio oficial sobre el ganador de los recientes comicios presidenciales celebrados en Haití.
Aunque la asistencia de votantes fue bastante reducida con respecto a la cantidad de ciudadanos hábiles para ejercer el sufragio, el hecho de que el proceso transcurrió en paz, a diferencia de certámenes anteriores, ha sido un factor positivo y tranquilizador.
La estabilidad política y social que pueda derivarse de esos comicios es importante para ambos pueblos, pues disipa temores sobre un potencial riesgo de un limbo o vacío institucional, como ha ocurrido en otras consultas populares a que han acudido los haitianos.
El afianzamiento de la democracia en la hermana república permite reencauzar la agenda bilateral y, consecuentemente, fortalecer la amistad y la cooperación en diferentes áreas con nuestro país, que ha sido tradicionalmente el escape o alternativa de los haitianos ante sus angustiantes dramas.
La estabilidad social, política y económica es todavía una meta pendiente y por eso y otras muchas circunstancias de un lastre de décadas, el sufrido pueblo haitiano padece grandes penurias y un estado de inseguridad ciudadana.
La comunidad internacional a través de sus representantes a nivel diplomático y organismos como la OEA han expresado satisfacción por la forma en que transcurrieron las elecciones y formulado insistentes llamados a la concordia, en la búsqueda de una solución que permite reencauzar a Haití por una vía pacífica y de entendimiento democrático.
Es de esperarse que legitimado el proceso y proclamadas las nuevas autoridades, Haití pueda comenzar a salir paulatinamente de sus penurias e impulsar programas de mejoramiento económico y social en favor de su empobrecida población.