En este día agradezco al Dios Todopoderoso que me haya permitido llegar a 50 años de vida lleno de salud, de amor, de prosperidad espiritual, de felicidad matrimonial y familiar y de tener en mi corazón como soporte de todo a Jesús, Señor y Salvador de mi vida.
Hoy, 7 de mayo del 2011, cumplo 50 años de vida. Para muchos llegar a esa edad es empezar a envejecer y a sufrir porque la vida se le está acortando. Para mí es un momento de alegría y de profunda satisfacción. He vivido con intensidad y pasión estos 50 años. Y ahora, más que envejecer empiezo a crecer en amor y experiencia para seguir la ruta que Dios me ha trazado. Es un momento preciso para expresar el más profundo agradecimiento a mi Dios, Padre Celestial y Creador del Universo, que tuvo planes para mí desde el vientre de mi madre, que me creó de manera muy especial y que me ha permitido disfrutar a plenitud en esta tierra todo este tiempo. Han sido 18 mil 250 días de momentos intensos, 438 mil horas asumidas con pasión y deseo de nunca quedar atrás, 26 millones 280 mil minutos buscando la razón de ser útil social y espiritualmente y mil millones 576 mil 800 segundos de ser conducido y protegido por mi Dios, aunque en muchas ocasiones no me diera cuenta. En este momento, tan especial para mí y los míos, elevo una oración de gratitud por todo lo que he recibido. Gracias, Dios Mío, por haberme permitido tener el padre que tuve y la madre que aún tengo. Ellos, Pito y Pita, fueron soportes importantes para sembrar valores y moldear mi personalidad. Su ejemplo, su amor y su protección me sirvieron de impulso para caminar con integridad y honor en la esta vida. Gracias por mi familia de origen pues todos ellos, mis hermanos, mis tíos, mis primos, han sido apoyo, estímulo y razón de muchas actuaciones. Gracias, Dios Mío, por la extraordinaria y maravillosa esposa que me diste y su familia, que ha sido también mi familia. Zinayda, ha sido una verdadera y excelente ayuda idónea para mí. Sin ella, nada hubiera podido lograr. Ella ha sido amor, perdón, estimulo, cariño, ternura, sueños, poesía, en fin, todo lo que un hombre puede aspirar.
Padre Mío, gracias por mis dos hermosas y encantadoras hijas. Amelia y Cheizi han sido dos motivos de orgullo y dos estímulos para nunca dejar de agradecerte. Gracias, Padre, por mis pastores, Raffy y María Isabel, por mi Iglesia Palabras de Vida, por mis hermanos en la fe, por mis amigos de todas las épocas, por Danilo y su proyecto lleno de amor, por Bienvenido y todos los compañeros de la Z-101, por mi empresa y todos los exitos. Pero, sobretodo, gracias por haber permitido que Jesús llegara a mi vida y la transformara.
Gracias, Padre Celestial. Te agradezco haberme permitido tandtas cosas en estos primeros 50 años. Y que toda la gloria y toda la honra, hoy y siempre, sean para ti. Amén.
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