Moderado, justo e intransigente

Julio Martínez Pozo

Julio Martínez Pozo

Al analizar en una perspectiva histórica en las charlas con las que Euri Cabral y yo recorrimos el país y asientos de la diáspora, repetía que en la vocación de sacrificio demostrada por un líder que siempre antepuso las causas de su partido por encima de las conveniencias propias, estaba encarnada la postura de próceres como José María Cabral, que en una de las tantas batallas libradas contra la obsesión invasiva de los haitianos, ofreció una respuesta aleccionadora al soldado que le gritó varias veces “¡General, general, quítese de ahí que se le puede pegar un tiro!” y él contestó: “¡Quién ha dicho que yo estoy aquí para evitar que se me pegue un tiro, estoy aquí para defender la soberanía del pueblo dominicano”.

Por la simplificación del marketing político y el cariño cercano de sus seguidores, muchos sólo le llaman Danilo y en los medios Danilo Medina, pero para aquilatar en su justa dimensión el personaje frente al que nos encontramos, no debe obviarse su segundo apellido: Sánchez, que al de la honorabilidad de un padre que le inculcó valores fundamentales, añade el coraje y la perseverancia que permitieron la concreción de la patria.

A pesar de los prejuicios con los que el racismo ha permeado la historia nacional, sin Sánchez no hay obra de Duarte, ese apellido es un emblema de patriotismo, que debe estar presente en todos los actos oficiales encabezados por el actual presidente de la República.

Respeto a quienes lo sitúan en la corriente de gobernantes de la izquierda que han alcanzado el poder en América Latina, para mí es un líder moderado, justo e intransigente, y me tiene sin cuidado que lado de la mano represente.

Esas cualidades quedaron expresadas en su rendición de cuentas ante la sesión del Senado y la Cámara de Diputados, este 27 de Febrero.

Los justos reclamos que se han venido formulando por años en busca de mejores beneficios para el pueblo dominicano de la explotación de su oro, han sido acompañados de una campaña en las que se han esgrimido las peores diatribas contra la Barrick Gold, que ha sido proyectada como una expoliadora del patrimonio nacional sin ninguna sensibilidad frente a lo humano o lo natural.

El presidente Medina Sánchez, se aparta en términos categóricos de cualquier afectación a la imagen de esa empresa y por el contrario con la misma valentía con la que asume las exigencias del reclamo de una reconsideración de los aspectos fiscales del contrato con la Barrick Gold, lo primero que hace es establecer que “la inversión extranjera que se ha producido en el proyecto Barrick Pueblo Viejo es la de mayor envergadura que ha tenido el país en toda su historia”.

“Estoy convencido de que la Barrick es una empresa seria, comprometida con una minería responsable, y cumplidora de las normas y mejores prácticas para proteger el medio ambiente”, he ahí el hombre moderado y justo, pero no olvidemos que en las cosas de principios es intransigente y tiene el convencimiento del que no hay posibilidad alguna de apartarlo de que la elevación de los precios del oro, tiene que ser más beneficiosa para el pueblo de lo que se pactó en una circunstancias en la que ni la empresa ni el Gobierno preveían que tal fenómeno se registraría.

Si el capital no se entiende con gobernantes que no persiguen más allá de los justo, cultiva radicalismos trastornadores.