Motoristas arriesgan sus vidas en carreras clandestinas

Con
10 muertes registradas diariamente y más de 34 decesos por cada 100 mil
habitantes, República Dominicana se ubica entre los cinco países con mayor
letalidad en accidentes de tránsito a nivel mundial, sólo superada por muy poco
margen por las naciones africanas de Liberia, Burundi, Zimbawe y la isla
caribeña de Santa Lucía, según el más reciente informe de la Organización
Mundial de la Salud.

Cerca
de 65 de los accidentes viales en el país involucra a motocicletas, de acuerdo
con la Oficina Nacional de Estadísticas, y un gran número de las víctimas
fallece en las denominadas carreras clandestinas, competencias
ilegales que se realizan en las principales avenidas del país.

Conversamos
con algunos de los jóvenes que participan en esas carreras y nos dicen qué los
motiva a arriesgar sus vidas en estas competencias y cuál es el negocio detrás
de ellas.

Están
en la línea de salida…

Impacientes,
aceleran sus motores…

Los
nervios se tensan, la adrenalina corre por sus venas, sus latidos se precipitan
hasta ver el banderazo de salida…

La
escena se repite una y otra vez en diferentes autopistas, avenidas e incluso
caminos vecinales del país.

Son
ilegales, pero se realizan a la vista de todos, cualquier día de la semana y a
cualquier hora del día….

Estas
carreras clandestinas reúnen a decenas de personas, que acuden para ver dos
conductores manejar a toda velocidad sus motocicletas, sin ningún tipo de
seguridad.

Mientras
más arriesgada es la hazaña, más emoción parece provocar a los asistentes,
quienes disfrutan de la velocidad sin control.

Pese
a ser consideradas temerarias e incluso suicidas por carecer de las mínimas
medidas de seguridad, estas carreras generan un negocio que mueve miles de
pesos a través de apuestas.

Algunas
competencias pueden reunir de entre 500 y 800 mil pesos solo en apuestas, al
margen del premio acordado para al ganador.

Para
convertirse en “pilotos” de estas competencias, los motoristas no requieren más
que saber conducir una motocicleta, no temer a la velocidad y ser delgados o
bajos de estatura para quitar peso al motor a fin de agregar velocidad.

Aunque
las motocicletas que entren en las competencias no son de carreras, sino de
cilindraje estándar de 70 a 125 CC, los conductores les aplican algunas
costosas modificaciones para duplicar la velocidad.

Consultamos
con mecánicos que durante algunos años han adaptado motores para usarlos en
carreras clandestinas. Sin importar su ubicación, estos mecánicos reciben
clientes de todas partes del país.

Las
alteraciones para reducir el peso y potenciar la velocidad de los motores
incrementan el riesgo de sufrir daños más severos ante un eventual impacto.
Estos peligros mecánicos, más la ausencia total de medidas de protección por
parte del piloto, las maniobras arriesgas mientras se desplazan y la velocidad
sin límites se convierten en una combinación letal.

Joel
Martínez perdió la vida tras impactar un poste de luz mientras competía en el
cruce de Ocoa.

Cachito
tuvo igual desenlace cuando colisionó contra una barandilla en Boca Chica

Luis
Antonio Matos  falleció mientras competía en San Juan

Y
Juan Infante murió al asomarse a la carretera Joaquín Balaguer en Santiago para
observar una carrera.

 Son
4 de los 10 jóvenes que en los últimos tres meses perdieron la vida en carreras
clandestinas en distintos puntos del país.

Según
el cirujano Alejandro Soto, ex sub director del hospital traumatológico Ney
Arias Lora, en los pacientes de accidentes de motores se va el 60 por ciento
del presupuesto de los centros traumatológicos del país.

De
las dos mil 95 personas que murieron en accidentes de tránsito en 2019,
el 64.2% estuvo involucrado con una motocicleta, según datos de la Oficina
Nacional de Estadísticas.

Pese
a estas letales cifras, los participantes en estas carreras no desisten en su
interés de seguir en ellas y para algunos, esas competencias son adictivas.

José
Herminio de la Rosa  es de los pocos que ha sobrevivido a un accidente
durante una competencia ilegal y ahora puede contarlo.

Aunque
han transcurrido aproximadamente dos años, recuerda cómo arranco la carrera que
cambio su vida para siempre.

La 
competencia se realizó en la avenida Jacobo Majluta y su contrincante, Rafael
Guzmán, murió. Con apenas 24 años, De la Rosa perdió una pierna.

Aquel
trágico incidente no disuadió a ninguno de sus amigos para abandonar las
cerraras.