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Muestra del asteroide Bennu contiene elementos esenciales para la vida

También han visto que el asteroide es rico en nitrógeno y en compuestos que contienen amoníaco, que debieron formarse hace miles de millones de años en regiones frías y lejanas de nuestro sistema solar.

Muestra del asteroide Bennu contiene elementos esenciales para la vida

Redacción.- El contenedor metálico cayó en medio del desierto estadounidense de Utah en septiembre de 2023. Procedía del espacio exterior y hasta su forma ovalada recordaba a cómo nos imaginamos un OVNI; no era un objeto extraterrestre pero esta especie de vasija diseñada por los ingenieros de la NASA para la misión espacial OSIRIS-REx sí llevaba en su interior material que no es de nuestro planeta: rocas y polvo prístinos recogidos de la superficie del el asteroide Bennu en 2020 y traídos a la Tierra.

Rápidamente, un equipo de la NASA se dirigió al contenedor para evitar que la cápsula que contenía las muestras recogidas en Bennu pudiera resultar contaminada o alterada al estar expuesta al clima de nuestro planeta. Dentro había una verdadera joya para la ciencia: 121,6 gramos expresamente traídos de un cuerpo celeste en su ambiente natural.

Decimos la cifra exacta porque en una misión tan compleja y delicada como ésta, cada gramo de material extraterrestre importa. Y la nave OSIRIS-REx, que llegó a Bennu en 2018, fue capaz de recoger el doble de cantidad de lo que la NASA había establecido para la misión. Un logro que ha permitido que equipos científicos de varios lugares del mundo hayan podido hacerse con parte de estas muestras y analizarlas con el objetivo último de entender cómo se formó el Sistema Solar y cómo llegó a nuestro el planeta el agua y los elementos necesarios para que se desarrollara la vida.

Este miércoles, se publican de manera simultánea las investigaciones de dos equipos que han analizado en detalle la composición química de Bennu, ofreciendo nueva información sobre de qué está hecho el Sistema Solar.

Bennu siempre ha intrigado a los investigadores debido a su cercanía a la órbita terrestre y a su composición rica en carbono. Pensaban que este asteroide contenía trazas de agua y moléculas orgánicas, y su hipótesis es que asteroides similares a Bennu podrían haber traído todos estos materiales a la Tierra durante su etapa de formación.

Tras pasar las muestras por los instrumentos más avanzados, los científicos se han llevado algunas sorpresas. Las rocas y polvo de este asteroide contienen materia orgánica, incluyendo aminoácidos y todas las nucleobases, además de abundantes sales que se formaron en las primeras etapas del cuerpo celeste padre -del que procede Bennu-.

El primero de los estudios, publicado en la revista Nature Astronomy y liderado por Daniel Glavin, describe el hallazgo de miles de componentes orgánicos moleculares, ente los que figuran 14 de los 20 aminoácidos de proteínas que están presentes en distintos tipos de organismos vivos en la Tierra. Han detectado también otros 19 aminoácidos no proteícos que son raros o no existen en la biología terrestre conocida, y las cinco nucleobases (adenina, guanina, citosina, timina y uracilo).

También han visto que el asteroide es rico en nitrógeno y en compuestos que contienen amoníaco, que debieron formarse hace miles de millones de años en regiones frías y lejanas de nuestro sistema solar. La materia orgánica es más compleja que la biología terrestre y sugiere que su cuerpo padre puede haber venido del Sistema Solar exterior, donde el amoníaco y los hielos volátiles son estables. Algunos de los compuestos encontrados en este análisis no se habían observado en meteoritos que han caído en la Tierra.

La otra investigación se publica en la revista Nature, y en ella Timothy McCoy y sus colegas del Museo de Historia Natural Smithsonian de Washington describen una variedad de sales minerales halladas en el asteroide, incluyendo incluidos fosfatos que contienen sodio y carbonatos, sulfatos, cloruros y fluoruros ricos en sodio. Este equipo cree que esas sales se podrían haber formado durante la evaporación de las bolsas de agua que debían existir en el cuerpo padre de Bennu durante las primeras etapas de formación del Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años.

A medida que el agua se evaporaba, se formaban esos minerales, entre los que figuran componentes que no se habían observado hasta ahora en ninguna otra muestra de cuerpos extraterrestres. Su hipótesis es que estos minerales extraterrestres se habrían formado de una manera parecida a cómo ocurre en algunos lagos supersalados de la Tierra o en los océanos subterráneos que hay en las lunas enanas del Sistema Solar, como Encélado (un satélite de Saturno) y en planetas enanos como Ceres.

La salmuera de Bennu se diferencia de las salmueras terrestres por su composición. Las muestras del asteroide son ricas en fósforo, que es abundante en meteoritos y relativamente escaso en la Tierra. Por el contrario, tienen poco boro, muy común en los lagos hipersalinos de la Tierra pero extremadamente raro en meteoritos.

El descubrimiento sugiere que las salmueras extraterrestres proporcionaron un entorno crucial para el desarrollo de compuestos orgánicos.

«Gracias a Bennu sabemos que los elementos en crudo para la vida se combinaron de formas muy complejas y verdaderamente interesantes en el cuerpo padre de este asteroide», explica Tim McCoy, conservador de meteoritos en el Museo Smithsonian y colíder de esta investigación. «Hemos encontrado algo que no esperábamos, y esa es la mejor recompensa para cualquier tipo de exploración», señala.

La presencia potencial de agua, unida a las nucleobases, suscita la pregunta sobre el potencial para que se dé el proceso que crea los componentes básicos de la vida, una pregunta que, según los investigadores, requiere más investigaciones. Porque aunque los autores creen que estas salmueras extraterrestres son cruciales para el desarrollo de componentes orgánicos al contener un conjunto intrigante de minerales y elementos, no está claro si el entorno era el adecuado para convertir esos ingredientes en estructuras orgánicas altamente complejas.

«El artículo es magnífico y uno de los estudios más completos y novedosos que, en mi opinión, se han publicado hasta la fecha sobre asteroides de esta tipología», resume el geólogo planetario Jesús Martínez-Frías, experto en Meteoritos, Geología Planetaria y Astrobiología del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC) y miembro de la Comisión de Astrobiología de la Unión Astronómica Internacional (UAI).

Para este geólogo planetario, «la identificación de un conjunto de sales relacionadas con procesos geológicos ligados a la presencia de agua, junto con todo el cortejo de compuestos orgánicos identificados, supone un salto cualitativo muy importante para comprender la complejidad de las interacciones en el Sistema Solar primitivo entre las salmueras y los materiales originales».

«Con todo lo detectado, estamos a solo un paso de ese tránsito enigmático entre todos los ingredientes fundamentales (ladrillos básicos) para que la vida emerja. Y ya los encontramos en el espacio», afirma Martínez-Frías, que considera que «las relaciones entre geología planetaria, química prebiótica y astrobiología son cada vez más estrechas».