Managua.- Una mujer presentada como víctima de violencia fue acusada por el Ministerio Público de Nicaragua después de que eximiera de responsabilidad al sacerdote nicaragüense Manuel Salvador García Rodríguez, de 57 años, su presunto agresor y quien se encuentra detenido, informó este jueves el Poder Judicial.
La Fiscalía acusó a Martha Candelaria Rivas Hernández, presunta víctima del sacerdote, por el supuesto delito de falso testimonio en perjuicio de la administración de Justicia del Estado de Nicaragua.
Según la acusación, radicada en el Juzgado Segundo Local Penal de Granada (suroeste), el Ministerio Pública acusó a la mujer por la aparente comisión del delito de falso testimonio por el caso que se ventila contra el religioso.
La jueza María José Zapata Morales admitió la acusación y dictó prisión preventiva a la mujer.
Durante la audiencia especial de anticipo de pruebas, la mujer afirmó que el sacerdote no la golpeó de manera intencional, sino que se trató de un accidente, y por tal motivo no lo denunció ni acusó.
FISCALÍA ACUSÓ DE OFICIO AL RELIGIOSO
La acusación en contra del párroco de la iglesia Jesús de Nazareno, en el municipio de Nandaime, departamento de Granada, fue hecha de oficio por el Ministerio Público.
Hace tres semanas, la mujer, de 44 años, dijo a través de un video difundido en medios oficiales que el sacerdote la golpeó en el pómulo derecho con un candado.
Según su relato, la agresión ocurrió el pasado 30 de mayo, Día de la Madre Nicaragüense, cuando ella acudió junto a sus dos hijos menores a la parroquia de Nandaime a visitar al sacerdote, a quien conoció dos años antes, según dijo, en el municipio vecino de Diriá.
La mujer explicó entonces que la agresión se presentó luego de que ella tomara el teléfono móvil del sacerdote y leyera uno de sus mensajes.
Según su testimonio, se inició una discusión y, cuando ella iba hacia la salida de la parroquia, detrás del sacerdote, él alzó la mano izquierda donde cargaba un candado y la golpeó en el pómulo derecho.
MUJER NO PUSO DENUNCIA
Durante la audiencia, la mujer sostuvo: «Desde el principio que llegué (a la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía Nacional) dije que (el golpe) era accidental y yo me opuse a poner denuncia, ya que no me siento agredida, ya que fue accidental y por eso no firmé denuncia alguna».
Asimismo, aseguró que se quedó a dormir esa noche en la Casa Cural, donde trabajaba tres veces a la semana, y que el sacerdote la asistió.
Antes de conocerse la denuncia, vecinos de Nandaime grabaron al sacerdote exaltado, cargando un machete en el atrio del templo y discutiendo con quienes lo filmaban y retaban a los golpes, lo amenazaban con apedrearlo y le gritaban «asesino», «payaso» y padre de mentira».
Hasta el pasado 25 de mayo, la Policía Nacional mantuvo vigilancia sobre dos parroquias donde se encontraban un obispo y un sacerdote, quienes calificaron de asedio y acoso la presencia de los agentes del orden.
Eso llevó al obispo Rolando Álvarez, un crítico del Gobierno del presidente Daniel Ortega, a comenzar una jornada de ayuno, oración y exorcismo indefinidos hasta que finalizara lo que calificó de asedio policial.
La oposición nicaragüense ha condenado lo que considera una campaña de difamación del Ejecutivo y de los sandinistas en contra de la iglesia Católica, y han recordado la persecución que los religiosos sufrieron durante el primer régimen sandinista (1979-1990) donde un obispo fue desterrado, un sacerdote desnudado, otros diez expulsados y uno acusado de «contrarrevolucionario».
El presidente Ortega ha tildado de «terroristas» a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional con el que se buscaba una salida pacífica a la crisis que vive el país desde 2018.