Fueron los propios pasajeros los que notificaron que se había producidouna especie de «lluvia» en el interior de la cabina a la media hora de vuelo y que el pasillo se había anegado. La tripulación decidió desconectar, entonces, las cocinas y los sistemas de entretenimiento y desplazar a los pasajeros a las zonas secas de la aeronave, provistos de mantas.
La tripulación, al ver que en esas condiciones era imposible ofrecer un vuelo de 14 horas, decidió regresar a Los Ángeles. El resto de sistemas, según notificó la compañía aérea, se encontraban protegidos y no se vieron afectados.
Según la agencia de seguridad aérea australiana (Australian Transport Safety Bureau, ATSB), «la decisión final de dar la vuelta a Los Ángeles» correspondió al capitán, quien fue capaz de tomar esa decisión utilizando todos los recursos disponibles». La ATSB detalló que la aeronave había partido de EE.UU. con un almacenamiento de agua del 80% de su capacidad. Tras la fuga, solo se conservaba un 40%, por lo que se habían perdido 700 litros del líquido.
Fuente: abc.es