REDACCIÓN INTERNACIONAL.-El payoleo, los ‘hot dogs’ y la ‘merch’. Esos fueron algunos de los términos que se popularizaron en redes sociales el fin de semana tras la pelea que protagonizaron el puertorriqueño René Pérez, mejor conocido como Residente, y el colombiano José Álvaro Osorio Balvín, mundialmente mentado como J Balvin.
La polémica comenzó por el llamado a boicot que hizo J Balvin en contra de los Grammy Latino porque no «valoran» a los reguetoneros, ya que el colombiano considera que el género no está bien representado en las nominaciones. «Les damos rating pero no nos dan el respeto», dijo en sus redes sociales. El llamado provocó la reacción de Residente, quien no solo rechazó su postura sino que cuestionó la calidad de su música, a la que comparó –de manera peyorativa– con unos ‘hot dogs’.
Ambos eliminaron las publicaciones, pero el debate en redes se cotizó al alza. El primero en intentar aprovechar la controversia a su favor fue el propio J Balvin, quien después del cruce subió una foto a sus redes sociales posando con un carrito de perros calientes y, hace tres días, posteó una imagen de un ‘hot dog’. «Nuevo merch. El negocio, socio», escribió. Sin embargo, lo que parecía un simple truco publicitario se transformó en un nuevo episodio con Residente en el que afloraron las viejas rencillas políticas que separan a ambos cantantes.
El tibio de Medellín
La respuesta de Residente a la estrategia publicitaria de J Balvin llegó el domingo. Con un video de cinco minutos, que esta vez no bajó de sus redes, Residente descargó uno a uno los argumentos en contra del artista colombiano, a quien bautizó como «el tibio de Medellín».
El mote no es una invención del puertorriqueño, ya que es uno de los apelativos que se suelen asociar a Osorio Balvín por su casi nulo pronunciamiento sobre los conflictos políticos que, en los últimos años, han sacudido a Colombia. «Tu país quemándose en llamas y tú pendiente de sacar un disco. El negocio, socio», le reclamó Residente.
Y es que, si bien J Balvin ha participado activamente en campañas contra el Gobierno de Venezuela, como cuando envió un mensaje para el concierto organizado en la frontera para respaldar al exdiputado Juan Guaidó, o en repudio a Donald Trump por sus comentarios xenófobos contra los mexicanos en EE.UU., ha guardado silencio en momentos clave en su propia nación. En el fondo de ese mutis está su simpatía con el uribismo.
A finales del año pasado, pese a que aún quedaba la estela de la violenta represión de la policía contra las protestas estudiantiles en Colombia, J Balvin usó la misma palabra para definir al presidente colombiano, Iván Duque, y al máximo líder del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez: «Bacán (muy bueno)». El cantante es oriundo de Medellín, una de las ciudades donde políticamente predomina el uribismo.
Residente, quien llegó a cantar en los Premios MTV Latinoamérica con una camiseta que decía «Uribe paramilitar», le recordó a J Balvin que «el único mensaje» que le dedicó a su país durante las recientes protestas contra la reforma tributaria de Duque se lo escribió «un puertorriqueño». «No te sale ni eso, para colmo, lo copias literal de WhatsApp, lo pegas debajo de tu video y eres tan mentiroso que le pones Jose, como si lo hubieses escrito tú. Yo pensaba que tú ibas a coger el mensaje y lo ibas a adoptar, pero no, cabrón, lo pegaste tal cual», aseveró.
Las protestas contra esa reforma tributaria de Duque se dieron desde el 28 de abril pasado en toda Colombia. Durante las masivas manifestaciones fueron evidentes los excesos de las fuerzas de seguridad. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), esas jornadas de movilizaciones dejaron un saldo de 80 personas asesinadas, en su mayoría por parte de miembros distintas fuerzas de la Policía, como el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) y Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES), así como del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) y el Ejército; también se registraron más de 1.800 detenciones arbitrarias, cerca de 1.500 casos de violencia física, casi una treintena de víctimas de violencia sexual y más de 80 personas con afectaciones oculares.
A esto se suma que, de acuerdo con datos de la misma organización, en 2021 —hasta el 2 de octubre— han sido asesinados 133 líderes sociales y defensores de derechos humanos en el país suramericano; además de 37 firmantes de los Acuerdos de Paz y excombatientes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La ‘tibieza’ de J Balvin contra el gobierno de su país contrasta con el carácter combativo de Residente, quien en 2019 se unió a otros artistas de su país con el reguetón como bandera política para pedir la salida del entonces gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló. Esa movilización le dio mayor visibilidad a la protesta que, en efecto, logró la salida del político.
Payola, música y negocio
El segundo round entre ambos artistas surgió porque, según René Pérez, J Balvin no cumplió su palabra de zanjar la pelea que tuvieron a raíz del primer video y, en vez de eso, utilizó la disputa por los ‘hot dogs’ para seguir haciéndose publicidad: «Tú subes lo que tú quieras, pero esta va para la lista de valores de tu viejo, para que deje de pensar en el negocio y empiece a pensar en la virtud de la palabra».
En ese primer video, Residente rechazaba que J Balvin llamara a hacer boicot a los Grammy este año y no el pasado, cuando el colombiano tuvo 13 nominaciones, de las que ganó solo una. Además, consideró insólito que el cantante de ‘Morado’ le pidiera esa acción a artistas que por primera vez compiten por el premio.
«Tú le estás diciendo –sostuvo Pérez– a la gente del género urbano que boicoteen los premios y que no vayan a celebrarle la vida artística a Rubén Blades, un tipo que marcó la historia de la música latinoamericana. Un tipo que a diferencia de ti, escribe sus canciones y las siente».
En su segundo video, Residente no solo insistió en el señalamiento de que J Balvin no compone sus temas, sino que incluso afirmó que el colombiano usa la ‘payola’ (la práctica ilegal de pago para que una canción se reproduzca en un circuito comercial), a diferencia de muchos artistas que están nominados a los premios Grammy y tienen la ilusión de asistir al evento.