Los políticos, los partidos y sus líderes se deben al pueblo y es muy cuestionable y penosa la situación que está ocurriendo a lo interno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que constituye la segunda fuerza política más importante del país, pero una división interna puede llevarlo a una organización sin ningún tipo de incidencia en el pueblo.
Si persiste la escisión del PRD, por los grupos que apoyan a Hipólito Mejía y a Miguel Vargas Maldonado, el destino de esa organización sería incierto. Ahora mismo los dos grupos, con sus acciones desbordadas, se han encargado de perder credibilidad de los perredeístas conscientes.
Más de dos millones de dominicanos votaron en los comicios del 20 de mayo pasado a favor del PRD, pero solo alcanzó el 47 por ciento de las votaciones, lo que no fue suficiente para obtener el triunfo, resultando ganador el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y su candidato, licenciado Danilo Medina, con el apoyo de sus aliados. En un proceso electoral hay que aceptar con humildad el triunfo o la derrota.
¿Qué implica la situación por la cuál atraviesa el PRD en estos momentos? Que la litis entre Mejía y Vargas Maldonado podría dejar al país con una oposición débil y sin incidencia, lo que ahora debe ser todo lo contrario.
Además, ¿como el PRD responderá a los más de dos millones de militancia que votó a su favor? Los perredeístas conscientes reconocen que la derrota del PRD es un hecho consumado e irreversible, y lo que toca ahora es reorganizarse, analizar lo que realmente ocurrió, para que surja un partido fuerte y con capacidad de desarrollar una oposición responsable, de peso y que merezca confianza y respeto.
Los argumentos que esgrimen Mejía y Vargas Maldonado sobre la derrota del PRD, en los que ambos se acusan mutuamente de ser los responsables, deben quedar en el pasado y enfrentar unidos el futuro, que por cierto no es muy halagador para el país, debido a los problemas que actualmente está afrontando la economía mundial y otros factores que nos afectan directamente. El gobierno electo, que tomará posesión el 16 de agosto próximo, no le espera nada fácil, tendrá que adoptar medidas, en el orden político, económico y social, que sin dudas no agradarán a sectores de la población, como es el caso de disminuir el gasto público y otras acciones.
Hay que recordar que solo por el pago del servicio de la deuda, el país tendrá que desembolsar a organismos nacionales e internacionales la astronómica suma de 140 mil millones de pesos, consignada para el próximo Presupuesto de Ingresos y Gastos Públicos. Ese dinero quien lo tiene que pagar es el pueblo dominicano, a través de una desagradable modificación impositiva.
¿Cómo el pueblo conocerá, si son buenas o no, las acciones políticas que desarrolle el próximo Gobierno si no existe una oposición fuerte y creíble? Esa división, constituye una frustración para los perredeístas, si la situación entre Mejía y Vargas Maldonado se mantiene por tiempo indefinido.
El futuro del país depende de acciones del Gobierno que contribuyan a su desarrollo, y actualmente se tiene que afrontar al fortalecimiento de las zonas francas, de la educación y la salud, la disminución del desempleo, creación de nuevas fuentes de trabajo, el desarrollo de la agropecuaria, la preservación de la seguridad y la paz públicas que ayude a incrementar el turismo interno y externo.
Para que todo esto se cumpla, la oposición tiene que jugar un rol importante de vigilancia y crítica, pero con un partido dividido como lo está ahora el PRD, casi nada se podrá hacer, lo que es lamentable para los perredeístas y el país.
Entendemos que, para bien del país y el PRD, Mejía y Vargas Maldonado, deben fumar la pipa de la paz, porque lo que está ocurriendo aquí no es cosa de niños. Ambos tienen que abrir los ojos, dejar de lado sus intereses personales, y ver las manipulaciones que hacen fuerzas poderosas para que se mantenga la división del PRD, porque no deben ignorar la premisa de “divide y vencerá”. Pero hay otra más importante, “la Unión hace la fuerza”.
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