¿No es extraño que Leonel insulte?

La semana pasada también la FUPU anunció que Leonel hizo un pacto electoral con el empresario del transporte Juan Hubieres, jefe de sindicatos que han mantenido campañas de descrédito contra el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).

Debatir sin insultar ha distinguido al expresidente Leonel Fernández durante su dilatada carrera política de medio siglo, que comenzó como circulista del Partido de la Liberación Dominicana poco después que Juan Bosch lo fundara en 1973, cuando él tenía veinte años y era un brillante estudiante de Derecho en la UASD, criado en Nueva York.

Este lunes, sin embargo, en su columna semanal en el Listín Diario, bajo el título “Un país a la deriva frente a un gobierno desbordado por su incompetencia”, el aspirante a volver por una cuarta presidencia tiró al rostro del gobierno su guante con insultos que anteriormente pocas veces o nunca ha utilizado en sus discursos y escritos.

Extraña además que emplee tantos epítetos mientras el presidente Luis Abinader, a quien dirige sus ataques, está desde hace días fuera del país asistiendo a una reunión de líderes europeos y antillanos en una cumbre de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Según Fernández, el gobierno es “incompetente, torpe e ineficaz”, “desorientado, pusilánime, con falta de determinación y más preocupado por los ‘likes’ de Facebook e Instagram que por diseñar y aplicar políticas de Estado en beneficio de la población”, “presa de la dejadez y negligencia”. Concluye alegando que la nación está “a la deriva frente a un gobierno desbordado por su manifiesta incompetencia”.

¿Qué motiva este cambio de discurso tan penoso del único expresidente vivo con tres períodos de gobierno y reconocido hasta por sus adversarios como un político de verbo elegante y respetuoso que raras veces o nunca insulta al debatir?

¿Está perdido?

En ocasiones anteriores cuando ha sido candidato o aspirante puntero, los jefes de campaña de Leonel despachan a sus críticos o políticos contrarios diciendo que “águila no caza moscas”, situando a su líder en una categoría aparte de los demás, pero reconociendo que las moscas sí incordian a las águilas.

Empero, el águila de otrora no asimila el resultado pobrísimo de las elecciones de 2020 en que apenas consiguió un 8% de los votos, parte de los cuales los aportó su aliado el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y las posteriores mediciones de encuestas que coinciden al indicar que Abinader podría ser reelecto en primera vuelta en 2024 con más de 53%.

En esas elecciones Leonel participó como candidato de la Fuerza del Pueblo (FUPU), partido que adquirió a un grupito comunista de manera controvertida tras perder la nominación presidencial del PLD en 2019. En aquella ocasión, justificó inventar la FUPU alegando que el PLD y la Junta Central Electoral (JCE) habían utilizado un algoritmo para alterar el resultado de las primarias del PLD, acusación que nunca pudo probar ante los tribunales ni ante la opinión pública.

La semana pasada, el reputado periodista y productor de televisión Roberto Cavada reveló un análisis en base a las cinco encuestas más recientes por firmas internacionales reputadas según el cual es previsible un “landslide victory”, o sea (en inglés) una pela de “calzón quitao”, con más de54% del voto, por parte de Abinader contra los demás candidatos, mientras la encuesta ASISA, que siempre favorece a Leonel, apenas le asigna un 36% en el mejor de los escenarios.

Al parecer, los golpes de las encuestas han significado una merma considerable de las finanzas de Leonel y su FUPU, pues pese al triunfalismo de sus simpatizantes sigue más de veinte puntos porcentuales detrás de Abinader, a quien no alcanza ni sumando los votos atribuidos al alicaído candidato del PLD, Abel Martínez.

Temores

Uno de los atributos más valorados por los encuestados es la honestidad personal de Abinader, mientras Fernández ha tenido que enfrentar sucesivas denuncias escandalosas como la Sun Land, la compra de los aviones Tucanos, el peaje sombra de carreteras concesionadas y otros. A esto se suma la denuncia, la semana pasada, de que la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), propiedad de Leonel, supuestamente adeuda a EDESUR más de RD$86.8 millones por concepto de energía consumida, facturada y no pagada.

La grave acusación la hizo el periodista Guillermo Gómez, albacea moral del expresidente Salvador Jorge Blanco, sin que FUNGLODE la desmienta ni EDESUR la confirme, mientras el gobierno y Abinader no se han referido al asunto.

La semana pasada también la FUPU anunció que Leonel hizo un pacto electoral con el empresario del transporte Juan Hubieres, jefe de sindicatos que han mantenido campañas de descrédito contra el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).

Todo apunta a que los vientos soplan muy contrarios a las aspiraciones de Leonel de obtener una cuarta presidencia, especialmente dado que las métricas económicas del Banco Central y evaluaciones por organismos multilaterales y evaluadoras de riesgo financiero y político, coinciden en augurar más crecimiento y estabilidad como resultado del manejo por Abinader de la crisis por la pandemia, la guerra rusa y las incertidumbres de los mercados internacionales.

Quizás el temor de que las circunstancias continúen causando más disminuciones en las preferencias de voto del público y como consecuencia de ello sigan bajando los aportes y contribuciones de dinero para su campaña política, obligan a Leonel a un cambio de discurso para parecerse más a Hubieres, el último refugio político que se esperaría de quien merece cuidar su imagen de “elder statesman” o estadista en retiro.