REDACCIÓN.- Latinoamérica enfrenta una crisis energética sin precedentes, caracterizada por apagones prolongados y sequías históricas que ponen en jaque las redes eléctricas de varios países. Desde Ecuador hasta Cuba, los sistemas energéticos están al borde del colapso debido a la falta de inversión y el impacto del cambio climático.
En los últimos meses, en la República Dominicana han experimentado frecuentes apagones, lo que ha provocado protestas en comunidades como San Francisco de Macorís y Santo Domingo Norte. La frustración de los ciudadanos se debe a la falta de explicaciones claras de las autoridades, agravada por ajustes internos en las empresas distribuidoras de energía. Las manifestaciones, que incluyen la quema de neumáticos y enfrentamientos con la policía, evocan disturbios similares de hace una década, ante la creciente inestabilidad del servicio eléctrico.
En Ecuador, la sequía ha obligado al gobierno a realizar apagones programados de hasta diez horas diarias. La nación depende en un 72 % de sus centrales hidroeléctricas, pero la falta de lluvia ha disminuido su capacidad de generación. Para aliviar el déficit de más de 1,000 megavatios, Ecuador ha alquilado una planta flotante de 100 megavatios, lo que representa solo el 10 % de sus necesidades.
Cuba enfrenta una de las peores crisis energéticas en décadas, con apagones de hasta veinte horas diarias. La red de centrales termoeléctricas, con más de cuatro décadas de antigüedad, ha quedado obsoleta y requiere inversiones que superan los 10,000 millones de dólares para su modernización. En varias zonas del país, los cortes de energía han afectado no solo a los hogares, sino también a servicios esenciales como el suministro de agua y alimentos refrigerados.
En Brasil, la peor sequía en 74 años ha reducido el nivel de los embalses que alimentan sus grandes centrales hidroeléctricas. Esto ha obligado al gobierno a depender cada vez más de las plantas térmicas alimentadas con gas y diésel, lo que ha elevado los costos de generación de energía.
México ha experimentado apagones en 18 de sus 32 estados debido a una ola de calor que incrementó la demanda eléctrica. El país depende en un 70 % del gas natural importado de Estados Unidos, lo que lo hace vulnerable a interrupciones en el suministro. La reciente elección de Claudia Sheinbaum ha traído críticas por priorizar las fuentes de energía de hidrocarburos en lugar de impulsar energías limpias.
Venezuela sigue siendo afectada por fallas constantes en su red eléctrica, especialmente en regiones alejadas de Caracas. Aunque el gobierno culpa a la oposición, los expertos señalan que el verdadero problema radica en la mala gestión y falta de mantenimiento. A pesar de la crisis, Venezuela sigue siendo clave para la estabilidad energética global, debido a sus vastas reservas de crudo y gas.
Bolivia, que antes exportaba gas a Argentina, ha detenido los envíos desde septiembre debido a la reducción de sus reservas. El gobierno ha destinado 100 millones de dólares para aumentar su capacidad de generación eléctrica, con la meta de duplicarla para 2033.
En contraste, Chile ha mostrado cierta resiliencia en medio de la crisis, gracias a su capacidad instalada de energía solar y eólica, aunque sigue dependiendo del gas natural importado de Argentina.
Otros países, como Honduras, enfrentan altos costos de energía y una infraestructura inadecuada, lo que ha agravado los apagones en las zonas más vulnerables. Puerto Rico, por su parte, sigue lidiando con los desafíos de una red envejecida y mal mantenida, afectada por los recientes huracanes que han devastado su infraestructura eléctrica.
Este panorama refleja una Latinoamérica en crisis energética, donde los problemas de infraestructura, la falta de inversión y los efectos del cambio climático agravan la situación de millones de personas que viven con cortes de energía frecuentes.