El Poder Ejecutivo debe pensar en lo que es mejor para la población, y en época de austeridad hay que priorizar. El número de camas no es un buen indicador de salud, mejor son la esperanza de vida y la mortalidad materna o mortalidad infantil.
De manera reiterativa, los planes nacionales para la Reducción de la Mortalidad Materna e Infantil optan por la construcción y equipamiento de hospitales y no por políticas de prevención, la gran ausente.
Invertir en prevención es como invertir en niñas; aseguras buenos resultados a medio y largo plazo. Cuando la mujer progresa, la familia progresa y con ella la sociedad.
Las mujeres embarazadas mueren por causas evitables: hipertensión, hemorragias, abortos e infecciones; en la mayoría de los casos relacionadas con la baja calidad de la atención médica y con la pobreza. Es necesario disminuir estas complicaciones.
La desnutrición y el embarazo a temprana edad predisponen a desarrollar hipertensión, primera causa de mortalidad materna. Lo correcto sería mejorar las condiciones nutricionales y generar políticas para posponer el embarazo, actuaciones lógicas y más económicas.
Los embarazos no deseados continuarán ocurriendo y muchos abortos como consecuencias de ellos, siendo esta la tercera causa de muerte materna.
Es responsabilidad del estado desarrollar políticas que aseguren una anticoncepción oportuna y de calidad; la mejor forma de evitar el camino a la morgue de muchas de mujeres.
Los chequeos prenatales realizados por profesionales cualificados deben asegurar que las mujeres vivan el parto como un proceso fisiológico, y el hospital debe estar equipado para asistir las posibles complicaciones; entre ellas contar con sangre y antibióticos de calidad.
Tenemos varios hospitales cerrados en todo el país, por falta de personal y por falta de equipamiento. No necesitamos más hospitales, ni más camas. Falta voluntad, sobra hormigón.
La salud y la supervivencia de la madre y el recién nacido están vinculadas, una intervención a favor de la madre, puede salvar al recién nacido.
La tasa de mortalidad en el primer año de vida se reduce de forma importante con un buen control prenatal, un parto sin complicaciones y campañas efectivas de concienciación a la población sobre los beneficios de la lactancia materna. Los recién nacidos de madres desnutridas, con anemia y/o adolescentes aumentan la tasa de mortalidad neonatal.
La mayoría de nuestros niños mueren por causas previsibles: complicaciones en el parto, dificultades respiratorias y diarreas entre otras.
El estado tiene la obligación de velar por la salud de todos y todas. Cuando los recursos económicos son limitados es necesario priorizar la inversión para beneficiar a la mayor parte de la población posible.
La decisión de construir un Centro Cardioquirúrgico Infantil para corregir las cardiopatías congénitas o un Centro Quirúrgico en la Maternidad para intervenir las malformaciones no bajará de forma significativa las cifras de mortalidad neonatal, ni infantil, aunque beneficiará a algunos.
La mortalidad materna e infantil se reduce haciendo lo que nunca se ha hecho.
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