Si no fuera por la recidiva, la obstinada insistencia en atribuirnos racismo, discriminación y abusos laborales inexistentes, podría creerse que los americanos, agencias de la ONU y entidades como Amnistía, están genuinamente confundidos. Pero no. Saben a la perfección que nunca, desde antes de 1844, hemos tenido ninguna ley o política de Estado racista, discriminatoria ni mucho menos esclavismo. En Haití sí, donde se proclaman orgullosamente “república negra” y por condescendencia insultante nadie les reclama. Esos vecinos, incapaces de gobernarse ni progresar, siempre culpan a otros por sus miserias, mientras nosotros hemos creado una nación próspera con seis décadas de democracia. ¡Aprendan! Saben también que nacer aquí no basta para ser dominicano, como ocurre en Francia, Reino Unido, Japón, Australia, Alemania, India, Israel y muchísimos otros países. Los hijos de extranjeros nacidos aquí no son apátridas, pues pueden registrarse en sus embajadas según la nacionalidad de sus padres. En el caso de haitianos, sus hijos pueden nacer en Júpiter y son haitianos. Nacer en Estados Unidos sí da al nacido su nacionalidad, una diferencia que cualquier idiota entiende, excepto los que se hacen sin serlo. Blinken, Conille y Dupuy no son tontos y también lo saben. Y que los conocemos.