Muchas veces he escuchado esto: No te metas en mi vida, sobre todo en los jóvenes, esto se lo gritan a sus padres casi a diario. Sobre todo cuando son solteros, pero tiempo después cuando ya son padres es que reaccionan sobre esas palabras que les dijeron a sus padres cuando eran jóvenes. Pero ya es muy tarde, porque las palabras se las lleva el viento, y lo dicho, dicho esta.
Escuche estas palabras hace mucho tiempo, esta frase: No te metas en mi vida, y siempre la he usado en las charlas que damos mi esposa y yo a los padres que tiene hijos de esa edad, es decir jóvenes.
Mi hijo, un momento. No soy yo el que me meto en tu vida, tú te has metido en la mía.
Hace mucho tiempo, a Dios gracias y por el amor que tu mami y yo nos tenemos, llegaste a nuestra vida y ocupaste todo nuestro tiempo. Aun antes de nacer, tu mamá se sentía muy mal, no podía comer porque todo lo devolvía. Yo tuve que repartirme entre mi trabajo y los de la casa, porque estaba en reposo.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Llego el día que naciste, había que comprar algo para darles como recuerdo a los que vinieran a conocerte.
Recuerdo como si fuera hoy, que cada tres horas te despertabas para que te dieran de comer. Nos despertabas en la noche cuando estábamos durmiendo porque tenías hambre, y no sabíamos que te pasaba, y hasta llorábamos contigo.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Luego empezaste a caminar, yo no sé cuándo te tenido que andar más detrás de ti. Cuando empezaste a caminar o cuando creíste que ya sabias. Ya no podía leer el periódico tranquilo o ver mi partido de futbol favorito, porque estaba pendiente de ti para que no te lastimaras.
Y después me dices: ¿No te matas en mi vida?
Todavía recuerdo el primer día de clases, cuando tuve que llamar al trabajo y decirle que no podía ir, ya que tú en la puerta del colegio no querías soltarme y entrar.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Seguiste creciendo, ya no querías que te lleváramos a tus reuniones, nos pedias que una calle antes te dejáramos y pasáramos una calle después, porque ya eres cool. No querías llegar a casa temprano, te molestabas si te marcábamos reglas.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Cada vez menos se de ti m por ti mismo, sé más por lo que oigo de muchas persona. Ya no quieres ni hablar conmigo, dices que solo te regaño y todo lo hago mal, o está es la razón para que te burles de mí.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Ya casi ni hablamos, no me dices tús cosas, te aburre hablar con los viejos que no entienden el mundo de hoy. Ahora solo me buscas cuando hay que pagar algo o necesitas dinero para tus gastos.
Y después me dices: ¿No te metas en mi vida?
Hijo, yo no me meto en tu vida. Tú te has metido en la mía.
Mientras esté vivo, me meteré en tu vida, para ayudarte a crecer, para formarte, para amarte y para hacer de ti un hombre de bien.
Sólo los padres que saben meterse en la vida de sus hijos logran hacer de éstos hombres y mujeres que triunfen en la vida y sean capaces de amar.
Y para ustedes hijos, sean capaces de valorar a sus padres, ellos no son perfectos, pero los aman, y lo único que desean es que ustedes sean capaces de salir adelante en la vida.
La paternidad no es un capricho o un accidente, es un don de Dios, que nace del amor.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para ustedes.