Un cordial saludo para todos, esperando se encuentren bien junto a su querida familia.
Hay una cosa que entra en nuestros hogares sin contar con permiso para hacerlo. Somos nosotros los que somos responsables de que entre lo mejor a nuestros hogares. Pero es mejor complacer a nuestros hijos comprándole un televisor para que lo tengan en su cuarto y nos dejen tranquilos, y nosotros poder ver lo que queramos, mientras ellos ven los que no les conviene.
Hay una oración que hiso un niño y se las paso a Ustedes, y Ustedes serán los jueces: “Señor, esta noche te pido algo especial, quisiera convertirme en un televisor, quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mi y reunir a los miembros de mi familia a mi alrededor. Ser tomado en serio cuando hablo y convertirme en el centro de atención al que todos quieren escuchar, sin interrumpirle ni cuestionarle.
Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona y tener la compañía de mi padre cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Que mi madre me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen para estar conmigo. Y que pueda divertir a todos, aunque a veces no les diga nada. Quisiera vivir la sensación de que lo dejan todo para pasar unos momentos a mi lado.
Señor, no te pido mucho, sólo vivir lo que vive cualquier televisor”.
Esta oración fue hecha por un niño de siete años, quien sabe lo que ha pasado en su corta vida. Por eso les dije que Ustedes fueran los jueces de está oración.
Termino con la Carta de San Pablo a los Colosenses, Capitulo 3, Versículo 20 que dice: Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque eso agrada el Señor.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.
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