Hace algún tiempo, durante una visita que realizamos a la vecina isla de Puerto Rico, tuve la oportunidad de oír programas de radio y televisión y me sorprendí cuando un reconocido comentarista criticó irónicamente a los legisladores boricuas por la cantidad de privilegios que, según dijo, reciben y al mismo tiempo los calificó de “legisladrones”.
El comunicador, en tono enérgico, manifestó que no concebía que los legisladores boricuas adquirieran vehículos y apartamentos de lujos, casas de playa, alto consumo de comidas y bebidas, contratas millonarios para la realización de obras, entre otros beneficios.
En sus comentarios, el periodista televisivo, consideraba que esos privilegios perversos constituían robos, porque los dineros del pueblo, que reciben los legisladores salían del erario, es decir, de los impuestos que el pueblo paga, y manifestó que estos señores son simplemente unos “legisladrones”.
Pusimos oídos sordos cuando un día, alguien quería comparar a los legisladores dominicanos con los boricuas y creo que los nuestros no pueden ser señalados como corruptos ni considerados “legisladrones”, porque han asimilado, “muy bien”, la conducta santa del Padre Billini, San Francisco de Asís y la Madre Teresa de Calcuta, “renunciando” de mucho de sus privilegios.
Simplemente, esto es así, porque nuestros legisladores son un dechado “de honradez, honestidad y bondad”, al ocuparse de “resolver” los problemas a los habitantes de las provincias y comunidades que representan, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, porque, según creemos, ese es su deber.
Las promesas que hacen a sus comunidades durante sus respectivas campañas electorales, para solucionar problemas básicos, las están cumpliendo al “pie de la letra”. El pueblo está “feliz” por tan maravillosa labor y dispuesto apoyarlos para que repitan como miembros del Congreso.
Ahora mismo, renunciaron de los privilegios del Barrilito y el Cofrecito, lo que permitirá que el Poder Ejecutivo maneje esos recursos para continuar ayudando a otras comunidades que se están cayendo a pedazos, a paliar el alto costo de la vida, la falta de energía eléctrica, de agua potable, de fuentes de trabajo, de planteles escolares, algunos cuya construcción están a medio talles, arreglos de carreteras y calles, así como centros de salud.
Son tan bondadosos, que ahora piensan “abstenerse” de coger préstamos bancarios para comprar carros de lujo, exonerados de impuestos, y están considerando seriamente, utilizar para su transporte, bicicletas, porque les servirá también para rebajar de peso, ya que muchos están obesos por la comida y bebidas gourmet, que consumen a merced del erario. Otros piensan traer sus burritos, para su transporte, que ahora se crían gordos y fuertes en sus respectivas comunidades, porque sus servicios han sido sustituidos por el motoconcho.
Pero de ahora en adelante, según se filtró, los legisladores se nutrirán con el tradicional plato de la bandera, compuesto de arroz carne y ensalada, con moro de habichuelas rojas y negras, y el tradicional carrito, que incluye un par plátanos hervidos y cuatro ruedas de salami frito, encapotados con una o dos tajadas de aguacate, y de bebida, disfrutarán del sabroso mabí criollo, para que no los critiquen por consumir comida gourmet.
Asimismo, se abstendrán de celebrar las pecaminosas y escandalosas francachelas, de obtener apartamentos y carros de lujos, casas en las playas, de aceptar contratas y otros privilegios, porque quieren dar el “mejor ejemplo” a la sociedad, ya que no quieren que los comparen con los “legisladrones” boricuas.
Además, prometieron que cualquier legislador que cometa un acto de corrupción, como el lavado de activos serían juzgados, junto a sus cómplices, de manera “imparcial” por los tribunales, porque es aspiración del Congreso, tener una imagen que concite el respeto, la admiración y confianza del pueblo dominicano.
Igualmente, nuestros “eficientes” representantes están totalmente desacuerdo con cualquier legislador que quiera acusar de “corrupto, distorsionador y come m…da” a miembros de la prensa, porque su misión es informar con imparcialidad todo lo bueno y lo malo que ocurra en el país. Uno que se despotricó en contra de miembros de la prensa tuvo que rectificar, por presiones de sus colegas que criticaron su malévola actitud.
Los senadores y diputados son tan buenos compañeros que un grupo se ha unido para defender a unos de sus colegas que ha sido acusado “falsamente” de corrupción y de lavado de activos. Por esa “frescura” cuestionan a un alto funcionario de la Justicia por tan “vil mentira”, en contra de ese legislador que solamente se ha dedicado a hacer el “bien” al país.
Así que, es totalmente pecaminoso acusar a nuestros legisladores de corruptos, vagos y mucho menos “legisladrones”, como llamó ese atrevido comentarista a los miembros de las cámaras legislativas de nuestra querida y vecina isla. Se gestiona para que en el próximo año, nuestro Congreso, sea candidato para participar en la elección del Premio Nobel de la Honestidad, y si todavía no existe ese renglón, lo crearán, porque no se puede desaprovechar esa oportunidad de premiar la “incuestionable conducta” de nuestros legisladores.