Si recuerdas las mañanas de Navidad de hace mucho tiempo (o incluso las más recientes), recordarás que algunos juguetes funcionaban inmediatamente y otros no. Los buenos venían con todas las piezas incluidas. Nada decepcionaba tanto como las palabras «se vende por separado» o «baterías no incluidas».
¡Los mejores regalos funcionaban al salir de la caja y contenían todo lo necesario para disfrutarlos al instante!
Otras veces teníamos todas las piezas, pero el juguete solo funcionaría por minutos u horas. Para la tarde de Navidad, si no antes, se había roto o dejado de funcionar. A veces, el juguete simplemente no estaba a la altura de la publicidad. Se veía mejor en la tele o en la tapa de la caja.
Los dones de Dios no tienen estos problemas. Cuando pensamos en el regalo de la salvación eterna encontramos el regalo completo y permanente. Primero, tenemos Dios perfecto y humanidad perfecta, unidos en una Persona perfecta: el Señor Jesucristo (Juan 1:1-18).
Además tenemos el sacrificio perfecto de una vez por todas por nuestros pecados. Jesús se ofreció a Sí mismo como el Cordero de Dios perfecto, sin pecado, sin mancha en nombre de nosotros, los pecadores (1 Pedro 3:18a).
Su oferta de salvación eterna funciona el 100% del tiempo para todos los que creen en el Salvador Jesús (Juan 5:24). Como leemos en Juan, «el que cree en él no es condenado» (Juan 3:18a). Ningún juez diría: «Quedas libre, pero debes ir a la cárcel». No. Cuando Dios dice «no eres condenado», se refiere precisamente a eso: a todos.
Entonces, si quieres el regalo que durará por toda la eternidad… ¡cree en Jesús!
«Porque por una ofrenda Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados». (Hebreos 10:14).
Oración: Padre, gracias por enviar a tu Hijo amado y único, el Señor Jesús, a morir por nuestros pecados. Yo creo en Él. Gracias por tu regalo perfecto de la vida eterna. Amén.