Hasta ahora, el epicentro del coronavirus en Estados Unidos ha sido la ciudad de Nueva York y los distritos aledaños.
Al 17 de mayo de 2020, el estado de Nueva York registraba 28,232 muertos por COVID-19, concentrados en cuatro de los cinco distritos que conforman la ciudad de Nueva York: Kings (Brooklyn) con 4,813 muertes, Queens 4,707, Bronx 3,344 y Manhattan 2,126. También han sido fuertemente afectados por el virus los dos distritos que componen Long Island: Nassau con 2,034 muertes y Suffolk con 1,733 (datos del Centro Coronavirus de Johns Hopkins University).
Estos seis distritos, ubicados en la parte baja del estado de Nueva York, una zona territorialmente pequeña y densamente poblada, registraron en conjunto 18,757 muertes, equivalente al 66% de todas las muertes en el estado de Nueva York. Y, en el contexto de Estados Unidos, esos distritos registraron el 21% de las 89,318 muertes para todo el país.
La tasa de mortalidad por 100 mil habitantes es particularmente alta: en el Bronx 235 muertes, Queens 209, Brooklyn 188 y Manhattan 130. En Nassau es 150 y en Suffolk 117. Para poner estos números en contexto comparativo, la tasa de mortalidad por 100 mil habitantes para todo Estados Unidos es 27, y para la República Dominicana 4.
Ante una pérdida así en vidas humanas (unido al contagio y las hospitalizaciones), el estado de Nueva York ha comenzado un proceso de reapertura de las actividades económicas en otras regiones, dejando fuera por el momento a los distritos que conforman la ciudad de Nueva York y las zonas aledañas. Vale señalar que en esta zona de alta mortalidad por COVID se concentran los dominicanos.
Datos sociodemográficos recientes del estado de Nueva York revelan que aproximadamente el 58% de los fallecidos son hombres y el 42% mujeres; el 15% tenía menos de 60 años y el 85% 60 años o más; y el 89.7% tenía por lo menos una precondición de salud, con la hipertensión siendo la más prevalente (54% era hipertenso). Vale notar que, a mayor edad, mayor probabilidad de tener una precondición de salud, es decir, son factores que se correlacionan.
Los datos también muestran que, de los fallecidos en el estado de Nueva York, el 34% era latino, 28% negro, 27% blanco, 7% asiático y 4% de otros orígenes étnico-racial. Y si se excluye la ciudad de Nueva York, entonces, el 15% de los fallecidos era latino, el 18% negro, el 59% blanco, el 4% asiático y un 4% de otros orígenes. Esto evidencia la gran concentración de población latina y negra en la ciudad de Nueva York, y el efecto mortal que ha tenido el virus en esos grupos.
Las razones que se han aludido para explicar el impacto tan nocivo del virus en la ciudad de Nueva York y zonas aledañas incluyen: la densidad poblacional (unos 11,000 habitantes por kilómetro cuadrado), una ciudad cosmopolita con gran fluyo de viajeros (unos 60 millones de visitantes al año), el uso intensivo de trenes y autobuses (en un día laborable unos cinco millones de personas utilizan el Metro), las deficiencias del sistema de salud para atender efectivamente la población, la falta de salud preventiva a la población empobrecida compuesta fundamentalmente de latinos y negros, y la respuesta tardía para enfrentar la propagación del virus en una ciudad con tantas condiciones propicias para el contagio.
Nueva York, la fabulosa ciudad que nunca duerme, sigue hoy paralizada.