REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Valorar el bienestar ocular no es suficiente con medir la agudeza visual ya que existen otros factores que afectan a la calidad de la visión, como el ojo seco, la dispersión de la luz dentro del ojo o la dependencia de las gafas o lentes de contacto.
Las cinco causas patológicas de mala salud visual con mayor incidencia son: la degeneración macular, el ojo seco, el síndrome de disfunción del cristalino (catarata y presbicia), los defectos refractivos y las cicatrices corneales.
Los oftalmólogos ofrecen nueve recomendaciones para proteger nuestro bienestar ocular:
En el marco del Día Mundial de la Visión, el Grupo Miranza ha presentado el “Primer Barómetro de Bienestar ocular” tras encuestar a más de 700 ciudadanos y a más de un centenar de especialistas.
Según el estudio, 2 de cada 3 españoles creen que su visión es regular o mala y se ha evidenciado que la edad es un factor determinante.
Para el doctor Francisco Poyales, de Miranza IOA, “los 45 años marcan un punto de inflexión, ya que es cuando muchas personas empiezan a notar que no ven tan bien como antes, debido a la aparición de la presbicia o vista cansada en una etapa vital todavía muy activa y de exigencia visual”.
Sobre todo a partir de la cuarta década, conviene estar atentos a la evolución de la visión e incidir en el cuidado del bienestar ocular mediante revisiones que posibiliten detectar patologías cada vez más prevalentes con el paso de los años.
El uso de las pantallas es otro de los factores que interfiere en la salud ocular y que, según el barómetro, un 40% de los encuestados afirma que dedica más de 8 horas diarias.
“Esto se traduce en un aumento o empeoramiento de los casos de ojo seco, al reducirse la frecuencia del parpadeo, que disminuye un 30% cuando estamos delante de dispositivos tecnológicos. Su uso también ocasiona problemas de enfoque y de binocularidad (capacidad de fusionar las imágenes de ambos ojos), lo que provoca visión borrosa, visión doble transitoria, mareos…”, explica por su parte el especialista Ricardo Pérez.
Además, el estilo de vida ligado a la tecnología suele ir asociado a un exceso de visión cercana en detrimento de la lejana que empleamos cuando realizamos actividades al aire libre y que solo destacan como prioritaria un 7% de los encuestados.
Especialmente en el caso de los niños y jóvenes, este sobresfuerzo de los ojos en distancias cortas puede contribuir a un desarrollo progresivo de la miopía, al alza entre las nuevas generaciones, según corroboran los oftalmólogos.
A la hora de evaluar el bienestar ocular, los especialistas de Miranza destacan que no es suficiente con medir la agudeza visual (la cantidad de visión), sino que hay que analizar otros factores que afectan a la calidad de visión.
Así, la doctora Blanca Poyales destaca que en la calidad de visión pueden influir factores como la dispersión de la luz dentro del ojo, que se puede medir mediante pruebas diagnósticas especializadas como el OQAS (Optical Quality Analysis System).
Este problema suele aumentar a medida que envejecemos y puede estar asociado a enfermedades como las cataratas, derivando en una pérdida de contraste y más deslumbramientos.
También en relación a la calidad visual, juega un papel fundamental la lágrima, que, según la doctora María Teresa Iradier “es el primer signo de salud ocular, ya que una película lagrimal sana nos permite ver bien y sin molestias”.
En este sentido, no solo es importante evaluar cuánta lágrima produce el ojo, sino qué estabilidad tiene, es decir, si se evapora demasiado rápido o no de la superficie ocular, lo cual depende de la parte grasa o capa de lípidos que la compone.
Asimismo, depender de las gafas es una de las limitaciones que más incomoda a buena parte de la población, según un 54% de los encuestados, y la cirugía refractiva y hoy en día también la operación de catarata facilitan poder prescindir de corrección óptica.