Ramón Guzmán Peralta fue designado recientemente por Abinader director general de la Policía Nacional. Nació en 1962 y tiene 37 años en ese cuerpo, al que ingresó como conscripto en 1986 y luego estuvo en academias de oficiales y cursos en Washington, donde se enseñan pocas cosas buenas.
Entre sus funciones más destacadas y más comprometedora sobresalen los departamentos de Investigaciones Criminales, Falsificaciones y Hurto al Patrimonio Público. También el de Búsqueda de Prófugo, Puertos y Aeropuertos-Interpol. Delitos Monetarios (Robo), Investigaciones de Pasaportes.
Son funciones delicadas en una vieja policía y en áreas asociadas a delitos muy rentables protegidos una larga impunidad. Pocos son los oficiales premiados con esas funciones que previamente no se hayan embarrado y menos son los que lleguen a la jefatura sin grandes manchas. Ciertamente aparecen también personas que corrigen su trayectoria, rectifican y se reivindican.
El ambiente es muy contaminante y eso determina que la realidad sea muy adversa para oficiales con buenos atributos, por lo que generalmente los doblegan o los revientan. El problema es estructural, sistémicos, institucional; y no es solo policial, sino que tiene raíces y tradiciones profundas, se basa en un modelo capitalista consumista, policialmente súper represivo, alimentado por una subcultura capitalista delincuente, que se ha multiplicado y potenciado con el despliegue de la estrategia neoliberal y los entrenamientos en EEUU, que marcan tendencias.
Si se habla de “nuevos métodos”, “ética” en las estructuraciones y “transparencia”, es injustificable que previamente a su designación no fuera sometido a una exhaustiva investigación de su trayectoria en cada una de sus funciones, y a una auditoría de sus bienes personales, familiares y empresariales o ingresos extras, si los tiene. Todo eso se desconoce y no es justo que está sociedad se le oculté la hoja de servicios de 37 años del recientemente designado jefe policial. No hay historia, ni detalles. Eso no es culpa de +el, sino del presidente Abinader
En buena ley y en mejor ética estatal su bajo perfil obligaba a esos procedimientos con carácter público. La perversa acusación que le hizo Danilo en el 2020 en medio de su inescrupulosa pugna con Abinader y las desagradables consecuencias para ese oficial y su familia, no debería obviar procedimientos que fundamenten la justeza de ese nombramiento. ¡Más de lo mismo en la manera de nombrar lo “nuevo” y “borrar lo anterior”, y mucho de continuidad en una farsa que llaman reforma policial tutelada por EEUU!