Hoy hay nuevos héroes que no llevan escudos, capas o superpoderes: doctores, enfermeras , personal sanitario, militares y policías, trabajadores de servicios públicos, trabajadores de expendio de comidas, entre muchos, quienes han tenido que enfrentarse cara a cara contra el coronavirus y seguir adelante; nuestros periodistas, personal técnico y de apoyo que desafían el peligro, rompen expectativas y se arriesgan para que ustedes, en sus hogares, tengan información certera y no se sientan solos en medio de esta tormenta.
La pandemia nos afecta a todos y no entiende de apellidos, de lenguas o de códigos postales.
Las largas jornadas de trabajo han dejado huellas, algunas visibles, otras en el corazón… para ellos apenas unas frases, escritas a mano o en la computadora, no importa cómo, el fin es el mismo, agradecer días y noches de entrega, ahí están, atendiéndonos, a pesar del riesgo y se lo agradecemos muchísimo, en silencio y también con las muestras en varios lugares del planeta en los que la gente sale a sus ventanas o balcones a aplaudirlos.
Aplaudámoslos pues, de alguna manera, con sus aplausos, ustedes también están cumpliendo con ese juramento hipocrático de los profesionales de la salud: están honrando a todos esos, quienes que ponen en riesgo su vida por dar un rayo de esperanza a la de ustedes, preservando siempre los códigos éticos de su profesión.