NICARAGUA.- El obispo nicaragüense Silvio Báez pidió este domingo no olvidarse de los cientos de «presos políticos» ni de la decena de miles de exiliados que se han marchado de Nicaragua por razones de seguridad desde abril de 2018, cuando estalló una revuelta popular en este país centroamericano.
«No olvidemos a los presos políticos de nuestros países y tampoco olvidemos la cantidad de personas que deciden dejar sus tierras, buscando sitios más seguros para poder vivir», clamó Báez, obispo auxiliar de Managua, en una misa celebrada en Miami, Estados Unidos, que se transmitió a través de sus redes sociales.
El obispo, quien se encuentra fuera de Nicaragua desde hace 30 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad, dijo que «los presos políticos, hombres y mujeres», han sido encarcelados «injustamente y sometidos a tratos crueles».
«El Señor Jesús nos pide que alcemos la voz en oración al cielo por ellos, pero también alcemos la voz para protestar y defendernos siempre que podamos», agregó.
Al menos 155 opositores, considerados por los organismos humanitarios como «presos políticos», guardan prisión en Nicaragua, incluido 145 que fueron capturados a raíz del estallido social de abril de 2018, según el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas, un observatorio cuyos datos son avalados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En la lista aparecen los 37 líderes opositores y profesionales independientes capturados en el contexto de las elecciones del 7 de noviembre próximo, en las que el presidente del país, Daniel Ortega, busca una nueva reelección.
Entre esos detenidos están siete aspirantes a candidatos a la Presidencia por la oposición, altos funcionarios de Gobiernos anteriores, exguerrilleros sandinistas, entre otros.
NICARAGUA SE «DESANGRA» POR MIGRACIÓN
Sobre los exiliados, el obispo Báez observó que los mismos «están aumentando día a día» y advirtió que «es otro flagelo doloroso».
«No los olvidemos. Qué el Señor los proteja, porque la ruptura que se produje en la familia, los peligros y las inseguridades a las que se someten, son terribles», indicó el religioso.
Por su lado, el obispo Rolando Álvarez afirmó que Nicaragua, un país centroamericano de 6,5 millones de habitantes, está viviendo otro éxodo y se está «desangrando» por la migración irregular que separa a las familias.
«Hoy pensamos en tantas familias desintegradas por una migración que desangra a Nicaragua», señaló Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa (norte), en su homilía durante la eucaristía dominical.
El religioso indicó que «una vez más los nicaragüenses sufrimos la perdida de tantos de nuestros mejores hermanos, hombres y mujeres inteligentes, audaces, creativos, emprendedores, trabajadores, constructores del campo y la ciudad», que han decidido abandonar Nicaragua.
«Jóvenes y hasta niños que representan el presente y el futuro de nuestra patria, caravanas completas de hermanos nicaragüenses que no encontraron en nuestro país lo que necesitaban para vivir dignamente y buscan, arriesgando incluso sus vidas, otros horizontes», continuó el jerarca.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), desde el estallido social de abril 2018 hasta 2020 más de 108.000 personas abandonaron su Nicaragua como producto de la crisis sociopolítica.
Nicaragua vive una crisis sociopolítica desde el 18 de abril de 2018 cuando estalló una revuelta popular por unas controvertidas reformas a la seguridad social y que luego se convirtieron en una exigencia de renuncia del presidente Ortega, debido a que respondió con la fuerza.
Las protestas, calificadas por el Ejecutivo como «intento de golpe de Estado», dejaron al menos 328 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque organismos locales elevan la cifra a 684 y el Gobierno reconoce 200.
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