Soy tan progringo que me imputan ser Yankee siendo liceísta. Admiro enormemente a Estados Unidos, en cuya cultura y lengua me alfabeticé y universidades estudié. Me indigna que actúen como un bully frente a República Dominicana.
El secretario de Estado Blinken fue incapaz de responder coherente o responsablemente a la diputada María Salazar –hasta gagueó— cuando en audiencia del Congreso solicitó que explique si el Gobierno dominicano es racista, dado el mentiroso aviso contra viajar aquí dizque por discrimen contra negros. Los dominicanos, famosamente hospitalarios y alegres, no maltratamos a turistas de cualquier raza, orientación sexual o cualesquiera características. La injusta medida es para presionarnos a aceptar inmigrantes ilegales y refugiados, contrariando nuestras leyes de migración.
Similarmente han prohibido embarques de azúcar alegando esclavitud sin producir un solo caso que sustente esa infamia. En un entorno hemisférico tan adverso a la economía de mercado, la democracia y el imperio de la ley, Washington debería avisparse. Diferimos sobre la crisis del vecino, pero somos socios confiables con valores e ideales democráticos similares. Con tan pocos amigos, deberían ser menos toscos y hostiles con nosotros.