Manila.- Al campeón mundial de boxeo y congresista filipino Manny Pacquiao, ídolo nacional del país, no le han bastado ni la fama ni sus millones para ser admitido en dos de los clubes deportivos frecuentados por la flor y nata de Manila.
La noticia, que se ha extendido como la pólvora por las redes sociales, fue destapada por la web boxingplanet.net, quien atribuyó el rechazo del héroe nacional, criado en una familia humilde al sur de Filipinas, a «prejuicios basados en el pedigrí».
«La solicitud del ídolo filipino ha sido desdeñada por los grandes gerifaltes del Club de Polo y del Club de Golf de Manila. Parece que su sangre filipina no es lo suficientemente noble para ellos», criticó en ese portal el articulista Michael Marley.
«Esos peces gordos que han rechazado a «Pacman», nuestro mayor héroe deportivo, no son más que unos cabezas huecas. A lo mejor piensan que alguien con los orígenes sociales de Pacquiao debería estar limpiando su piscina o que podría ser su ‘caddie’ en una partida de golf», denunció el columnista.
A falta de una explicación oficial por parte de los responsables de ambos clubes, que se acogen a la confidencialidad y citan el derecho de admisión para evitar dar explicaciones, los medios atribuyen al elitismo el desaire hecho al filipino más famoso del momento.
Un directivo del Club de Golf citado por Philippine Entertainment Portal (PEP) se defendió alegando que en realidad Pacquiao sólo pidió el ingreso en el Club de Polo, un centro de ocio con más de cien años de antigüedad en el que se reúnen los filipinos más refinados y acaudalados del país.
Según este directivo, que prefirió mantenerse en el anonimato, la razón más probable de la negativa es que el club opta por limitar el número de socios para «preservar su estilo de vida».
Muchos ven detrás de esta expresión un eufemismo para aludir al clasismo con que se comportan los miembros de la alta sociedad y las familias de rancio abolengo, que residen en una burbuja de urbanizaciones lujosas sin apenas contacto con el resto de la población.
En su web, el club de Polo de Manila define a sus socios como «la clase A del país, pertenecientes al rango influyente y adinerado» e incluye en este grupo a «personalidades políticas, iconos empresariales y diplomáticos».
Pacquiao es uno de los deportistas mejor pagados del mundo y ha adquirido recientemente una mansión por 388 millones de pesos (6,7 millones de dólares) en una lujosa urbanización de Manila, pero el mismo origen humilde -fue panadero y repartidor- que cautiva a sus paisanos se erige ahora como un obstáculo insalvable para penetrar en determinados círculos.
Una socia del Club de Golf, Louise Reyes, también criticó el veto al boxeador y congresista, una decisión que consideró «idiota».
«Malditos elitistas. Manny ganó su fortuna sin robar al pueblo filipino y ha llenado de orgullo y gloria a nuestra patria. ¿Cuántos socios del club pueden decir lo mismo?», se preguntó.
Además del clasismo, algunos de los defensores de la exclusión de Pacquiao alegan que el séquito de guardaespaldas y colaboradores que acompaña a todas partes a la estrella boxística alteraría el remanso de paz que se respira en semejantes lugares.
«Pacman» es un auténtico fenómeno de masas en Filipinas, donde anuncia decenas de productos, participa en la vida política desde su escaño de congresista obtenido hace un año y también presenta un concurso de televisión desde hace una semana.
El boxeador filipino es a sus 32 años campeón mundial en peso welter y está considerado con sus diez entorchados en ocho categorías distintas como uno de los mejores púgiles de la historia.
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