ISLAMABAD.- Pakistán evacuó este viernes a 424 civiles de diferentes nacionalidades, incluidos varios afganos, que permanecían atrapados en Afganistán sin poder abandonar el país debido sobre todo al caos existente en el aeropuerto de Kabul.
«Dos vuelos especiales trasladaron hoy a Islamabad a civiles varados que trabajaban para diferentes organismos y departamentos internacionales en Afganistán, después de que se lo solicitaran varias embajadas», afirmó a Efe un funcionario de la Fuerza de Seguridad Aeroportuaria, que pidió el anonimato.
El aeropuerto internacional de Islamabad está presenciando estos días un número excesivamente alto de vuelos militares y civiles.
En Kabul, el aeropuerto internacional Hamid Karzai está dividido en dos sectores, uno militar controlado por los estadounidenses, y otro civil que controlan los talibanes. Muchos de esos aviones hacen escala en Pakistán para repostar antes de seguir hasta su destino.
El aeropuerto de Islamabad «se ha convertido en un aeropuerto de la OTAN. Ni siquiera vimos tanto movimiento militar extranjero en 2001», aseguró el funcionario, en referencia al año de la invasión estadounidense de Afganistán, cuando Pakistán, como país socio, sirvió como una de las bases de las tropas aliadas extranjeras.
Por ahora la aerolínea paquistaní Pakistan International Airlines (PIA) ha enviado cuatro vuelos a Kabul, en los que han regresado casi un millar de pasajeros, que son escoltados desde la embajada de Pakistán en la capital afgana hasta el lado civil del aeropuerto.
«Hasta ahora hemos enviado desde Kabul a Islamabad a 500 extranjeros, entre ellos muy pocos afganos, y unos 300 paquistaníes», aseguró a Efe el responsable del programa de evacuación de la embajada de Pakistán en Kabul, Hassan Wazir.
El primero de los vuelos de hoy se retrasó unas tres horas, y en él viajaban 104 pasajeros a bordo, incluidos 30 filipinos, y en el segundo llegaron 320 pasajeros, en su mayoría extranjeros.
«No tengo palabras. Soy incapaz de decirte lo feliz que estoy. Fue todo una pesadilla en Kabul», afirmó a Efe un filipino que pidió el anonimato y que trabajaba para un proyecto financiado por Estados Unidos en Afganistán.
Otra mujer filipina aseguró que tenían «mucho miedo» en Kabul, donde tuvieron que permanecer «escondidos», cambiando de residencia continuamente por seguridad para no ser localizados.
Entre los recién llegados también estaba un joven afgano de 30 años con un niño, que explicó a Efe que aunque estaba feliz por haber llegado al fin a un lugar «más seguro», también estaba triste por haber abandonado su país.
«No sabemos cuál es nuestro futuro y si alguna vez regresemos a nuestro país, pero estamos vivos, eso es suficiente», concluyó.
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