Paliza habla con la Z

No me refiero a la z101, sino a la manera de hablar de ese flamante empresario semi-extranjero, lo que indica cercanía a su “ser español”; siempre dotado de fuertes ímpetus de dominación y explotación recolonizadota, ahora con ínfulas capitalistas agregadas.

La Villeya le pica cerca, en franca amalgama de intereses no populares.

Manolito Diez Cabral no tiene la z tan cerca, pero también viene de allí y  no precisamente como cuarta generación. Y desciende de apellidos sonoros y familias de “sangre azul”.

Los tres, en su condición de cohollo empresarial y dirigentes de la rancia Asociación de Industria (y de otros negocios que no son industrias), apoyan enfáticamente la sentencia racista-clasista del TC, defendida soezmente por su Ray presidente “cocolo”; y no es extraño que ciertos dominico-españoles conservadores lo hagan, mas bien es comprensible su reacción cavernaria, puesto que nunca se han podido zafar de la cultura de origen: precisamente de la ideología que en su “madre patria”, que no es la nuestra, los lleva a llamarnos, con profundo aire de desprecio, “sudacas”.

Lo condenable es que éstos magnates se erijan -de cara a un Haití empobrecido y militarmente ocupado por los gringos- en grandes patriotas dominicanos/as para impulsar el nuevo “corte” trujillista, poniéndole de paso un disfraz llamado “regularización”; nuevo nombre del plan de despojo de la nacionalidad dominicana que afectaría cruelmente a centenares de miles de personas haitiano-descendientes de todas las edades.

Lo indignante es que auspicien, muertos de la risa, un genocidio civil en nombre de un falso nacionalismo; mientras siguen abrazados a la funesta globalización del neoliberalismo, cargada de racismo, ecocidio, machismo, neo-fascismo y xenofobia.

Aquí esa “poda” es contra los/as negros/as pobres de cuatro generaciones, hijos/as de padres haitianos contratados por el Estado dominicano o traídos sin documentos por funcionarios, negociantes, traficantes y generales racistas, con el único propósito de enriquecerse y súper-enriquecer a los magnates que históricamente han controlado la Asociación de Industria, la Confederación Patronal, el Conep, la Cámara Americana de Comercio y hasta los partidos y los gobiernos de derecha, vía inversiones altamente rentables en el campo de la política.

El “corte” es contra descendientes del trabajo negro semi-esclavizado que ha súper engordado en dólares y pesos a los Vicini y Villeya, a los Bonetti y Pepe Busto,  a los Fanjul y Barceló, a los Bisonó y Barletta, a latifundistas, agro-plantaciones y firmas constructoras  y mineras de “alto vuelo”.

Ahora se trata de arrinconarlos más, de empobrecerlos más, de enmarcarlos en una especie de “aparthei”, para aplicarle toda su capacidad de extorsión… en lo que logran extinguirlos progresivamente y sin ninguna pena; cuando no –en caso de desborde de pasiones atizadas- hacer las veces (junto a los Vinchos, Leoneles, Medinas y R. Rosarios), de autores intelectuales de matanzas sangrientas.

Esto a su vez concuerda con el odio vertido y la guerra desatada contra las expresiones de llamada “economía informal”, todo porque delata la pobreza extrema y la lucha por la subsistencia provocadas por su sistema y porque le sirve de pretexto para precarizar más aun el empleo formal en el contexto de la contra-reforma laboral en marcha.

En fin, está clarito, que para los blancos ricachones y para los negros y mulatos ideológicamente blanqueados y corruptamente enriquecidos, no es pecado “regularizar” de esa manera brutal la población “sobrante” o “superflua”; esa que ellos consideran “chusma” o “desechos” de su decadente civilización burguesa, en un país dependiente y saqueado por sus cúpulas locales y mundiales.

Todo esto con la bendición de un Cardenal arrogante y deshumanizado, que Francisco, con todo lo nuevo y bueno que exhibe, no termina de destronar.