SANTO DOMINGO.- Con más de mil fallecimientos por Covid-19, los contagios aumentando diariamente de forma vertiginosa, y el sistema hospitalario saturado y con grave amenaza de inminente colapso en algunas poblaciones, el panorama de la pandemia en República Dominicana es incierto y sombrío.
El hecho de que es un drama mundial y que en otros países los índices son más graves no es un consuelo para los dominicanos y en nada resuelve el serio desafío que tenemos de disminuir esta estadística para llegar de algún modo a aplanar la pandemia del coronavirus.
Entre histeria y justificadas preocupaciones de salud, lo cierto es que miles de personas acuden diariamente a los laboratorios a tratar de que les realicen pruebas ante el temor de que puedan estar infectados con la mortal enfermedad.
Independientemente de las mejoras que puedan introducirse para hacer más efectiva la lucha contra el virus a nivel local, tenemos de frente otra inquietante realidad porque la vacuna contra el Covid-19 no estará accesible hasta mediados de 2021, según ha adelantado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hay muchos reputados laboratorios de diferentes países trabajando de forma independiente en la creación de una vacuna que resulte efectiva, pero como han explicado especialistas, después de elaboradas deben pasar la crucial prueba en seres humanos que se ofrezcan como voluntarios.
Es un proceso complejo y de alto riesgo porque en esas pruebas se determina el alcance de la inmunización y la creación de anticuerpos, pero también tiene la contraparte de efectos secundarios que podrían producir en determinados órganos del cuerpo.,
Mientras se avanza en la parte de la investigación científica y en la elaboración de una o varias vacunas para ser patentizadas y luego puestas a disposición del mercado farmacéutico global, el problema es que la pandemia sigue expandiéndose con su estela de muertes y los daños colaterales en la economía y el ritmo de vida de las familias.
Sin embargo, a pesar de estos inquietantes datos no hay por qué rendirse; hay que seguir luchando y las personas, individual y colectivamente juegan un papel determinante para detener la oleada de contagios si observan fielmente todas las previsiones sanitarias, especialmente las del distanciamiento físico.
Mientras este tétrico panorama se disipa y la gente reacciona, no pensando equivocadamente que la pandemia es un juego, es penoso que gente inescrupulosa se aproveche del virus para especular y lucrarse, como lo demuestra la distribución y venta de pruebas rápidas sin registro, tal como ha denunciado Salud Pública.
En este y otros aspectos, como el relativo a la violación del toque de queda y medidas complementarias, tiene que aplicarse un sistema de consecuencias, a fin de que nadie pueda aprovecharse de la pandemia para aumentar sus ganancias de forma francamente inhumana.