La Santa Sede ha confirmado esta mañana que el Papa Francisco, quien permanece hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma desde el pasado viernes, padece una «infección polimicrobiana en el tracto respiratorio». Este diagnóstico ha obligado a los médicos a ajustar su tratamiento, el cual se encuentra en curso.
Según un comunicado emitido por la Oficina de Prensa del Vaticano, todas las pruebas realizadas hasta el momento apuntan a un «cuadro clínico complejo», por lo que se ha decidido mantener la hospitalización del Pontífice para asegurar una adecuada atención. El Vaticano también señaló que el estado de salud del Papa es «estacionario», y que ha descansado bien durante la noche.
La infección polimicrobiana implica la presencia simultánea de varios microorganismos patógenos en el organismo, lo que aumenta la complejidad del tratamiento. En este caso, el Pontífice, de 88 años, enfrenta una situación delicada debido a sus antecedentes médicos, entre ellos una resección pulmonar previa y la necesidad de usar una silla de ruedas debido a limitaciones en su movilidad.
Expertos como la doctora Ana María Putruele y el doctor Alejandro Videla han explicado que este tipo de infecciones respiratorias mixtas, causadas por varias bacterias, son comunes, pero pueden complicarse, especialmente en pacientes con un historial de problemas respiratorios como el Papa. En este contexto, la intervención médica constante es crucial para evitar complicaciones adicionales.
El tratamiento del Papa Francisco ha sido modificado para incluir más antibióticos, y los médicos esperan observar mejoría en las próximas 48 a 72 horas. Mientras tanto, el Pontífice continúa con sus terapias médicas y se mantiene en contacto con la actualidad a través de la lectura de periódicos.
La Santa Sede también detalló que la hospitalización del Papa ha obligado a la suspensión de varios eventos programados, incluyendo la misa del fin de semana y la oración del Ángelus. A pesar de su estado de salud, el Papa ha expresado su pesar por no poder asistir a estas actividades y mantiene la esperanza de retomar su agenda cuando su condición lo permita.
El Vaticano ha subrayado que, a pesar de que la situación sigue siendo delicada, el tratamiento adecuado y el monitoreo constante serán clave para la recuperación del Pontífice. La comunidad médica continúa vigilando de cerca su evolución y ajustando los tratamientos conforme sea necesario.
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