“La impostergable urgencia de vivir en valores”, es el título del documento pastoral emitido por la Conferencia del Episcopado Dominicano con motivo de la conmemoración del 174 aniversario de la Independencia Nacional, que no alcanzó la repercusión que han tenido esos manifiestos en otras coyunturas, porque en el momento de su publicación la atención mediática estaba embelesada con la historia de un designado viceministro de la juventud, con medida de coerción por violencia de género.
Otra razón, es que, a diferencia del año anterior, el Gobierno no confronta un momento particularmente crítico, como ese en el que los escándalos de Odebrecht levantaron un gran movimiento de protesta, que la Iglesia endosaba por dos razones: la de la lucha contra la impunidad, y por la oportunidad de cobrarle al gobierno la objeción al Código Penal por hacer valer la inclusión del aborto bajo tres causales: Incesto, malformación congénita incompatible con la vida y violación.
Y un tercer motivo lo señalé en ocasión de la pastoral con motivo de la celebración del Día de la Altagracia, es que enfrentando serios cuestionamientos que merman la credibilidad de la iglesia católica, en esos documentos los obispos no abren espacio autocrítico, olvidando aquella pregunta de Jesús, (Lucas 6-42) “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja, ¿echaré fuera la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga, que está en tu ojo? Hipócrita, echa primero fuera de tu ojo la viga, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”.
Sin decir media palabra contra la pederastia y abusos sexuales contra menores, conducta de minoría, pero se reprocha a la Iglesia la postura laxa frente a quienes la dañan, quiere salir a preconizar contra conductas dañinas a la sociedad practicadas desde otras esferas.
El mensaje actual, se dirige a contrarrestar sectores que andan detrás de tres objetivos:1- flexibilización del aborto en tres causales (les dice “es imposible legislar contra la vida misma);2-Los que quieren reconocimiento legal del matrimonio entre personas de un mismo sexo (“corrientes dañinas que deforman la igualdad, como la mal llamada ideología de géneros);3-Lo que abogan por la educación sexual con repartos de condones y orientación sobre medidas anticonceptivas, les dice “somos los primeros en apoyar educación sexual basada en valores” que pregonan la dilatación de la relación sexual hasta edades más adulta y condicionadas a una vida de pareja, que ojalá así fuera pero jóvenes escuchan los mensajes y de todas formas tienen sexo a temprana edad.
Sin dudas, el mensaje da en la llaga cuando cuestiona un sistema de justicia que auspicia la impunidad “sea porque los procesos están viciados desde su raíz o porque algunos jueces se han quitado la venda de los ojos para ver según su conveniencia a quien aplicarla”, o cuando habla de los feminicidios.
Pero si la transparencia y el apego a la verdad son valores que fortalecen a la sociedad, los obispos le dan de lado cuando eluden la crisis que asola al catolicismo, declarándolo en aumento en el país porque “ha crecido el número de parroquias, capillas, sacerdotes, diáconos, religiosas, laicas y laicos comprometidos…
No se habla de crecimiento vegetativo, sino proporcional al crecimiento de la población, y la realidad es que RD está entre 7 de 18 países de América Latina que el catolicismo está por debajo del 50%, cuando siempre había estado sobre el 60%.
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