Yo no sé a qué «patria» se refieren estos farsantes, si hace tiempo que aquel hermoso ideal procedente de los más sublimes sueños justicieros ha desaparecido, y lo que queda es apenas lo que sus verdaderos traidores han dejado: un nombre para papelería y pura retórica para aburridos discursos rituales sobre una «dominicanidad» que se queda en 13 letras, porque ellos la han robado, la han negado, le han exprimido privilegios sin limites, desde siempre han vendido su soberanía y han negado el sentido de justicia que alentó su existencia. Esos: los que hoy esgrimen el fantasma patrio como bandera para engañar incautos y defender sus espurias conquistas y apetencias.