Peaje, cómplice y criminal

SANTO DOMINGO, República Dominicana.– A medida que pasan los días hay razones para estremecernos, pues parece que aun con toda su gravedad, el escándalo destapado en la Dican es apenas la punta del iceberg de una creciente corrupción engendrada y dominada en el país por el narcotráfico internacional.

La increíble denuncia de Crisania Mercedes Soriano, una joven mujer de Hato Mayor, acerca de la forma en que supuestamente tenía que pagar peaje a agentes policiales para vender drogas, práctica a la que habría sido inducida por ellos mismos, pone de manifiesto la gravedad alcanzada por este mal.

Con su denuncia, esta mujer ha entrado a la arena movediza del crimen y si no se entrega o es localizada y puesta en buen resguardo, hay motivos para pensar que su vida puede correr peligro.

¿Cómo vamos a poder combatir eficazmente este terrible mal y detener su avance en la sociedad si autoridades llamadas a prevenir el flagelo se prestan, por falta de integridad y desmedido afán de lucro, a facilitar operaciones de narcotráfico e incluso llegar a vender narcóticos incautados?

Los recursos millonarios que se mueven en este lodazal del microtráfico en los barrios con la ayuda y complicidades de protectores y beneficiarios locales,  permiten proyectar la cuantía de este perverso comercio y la manera en que causa daño a la juventud dominicana.

Jovenzuelos seducidos por las tentadoras ofertas de obtener dinero rápida y en apreciables volúmenes, caen en la degradación más absoluta, pues al recibir pagos en naturaleza, o sea en proporciones de la propia droga, se convierten en consumidores y operan sus propios puntos de venta.

¿Qué estamos haciendo desde la esfera oficial y privada para facilitar a la juventud mejores oportunidades de un futuro forjado en la educación y el trabajo, para que no se sientan atraídos por los narcos?

Mientras no haya sanciones verdaderamente ejemplarizadoras a todos los niveles, que no se detenga en determinados estamentos, será difícil detener el avance de este aterrador monstruo que atenta contra la familia y la sociedad en su conjunto.