Por: Manuel Méndez
INDENPENDENCIA, República Dominicana.- A once años de la tragedia del Río Blanco en Jimaní, esta comunidad aún no se repone de aquel fatídico 24 de mayo del 2004, que dejó más de 1,500 muertos e incalculables pérdidas materiales.
Ahora, la crecida de dos lagos Enriquillo y Azuey, mantiene en vilo a sus habitantes.
La madrugada del domingo 24 de mayo del año 2004, en la frontera con Haití, todos duermen y cae un intenso aguacero.
De repente, las furiosas aguas del Río Blanco del lado dominicano y denominado Solié en Haití, arrasaron con los sectores la 40 y Batey Bombita, mientras una intensa y misteriosa luz, iluminaba la zona de la tragedia.
En las primeras horas de la mañana, las imágenes eran desgarradoras.
Los muertos ascendieron a más de 1500 entre dominicanos y haitianos, las ambulancias no se detenían, mientras, los sobrevivientes comenzaban a buscar a sus parientes.
Once años no han logrado borrar de la memoria de los sobrevivientes, aquel sonido furioso que produjo el afluente.
César Florían, sobreviviente a la tragedia, ha tenido que sobrevivir sin su madre, padrastro y cuatro de sus hermanos.
Como él muchas familias se sumaron a quienes ni siquiera encontraron rastros de ellos, muchos de los cuales fueron a parar al Lago Enriquillo, donde desemboca el río.
Otros dicen están vivos para contarlo.
Algunos residentes narran que cuando el Río Blanco nació en el 1900 era un hermoso y cristalino manantial, y 12 años más tarde la deforestación, entre otras causas, hizo algo similar, aunque sin provocar muertes.
La solidaridad llegó de todos lados, ayudando a que años más tarde se construyeran dos sectores a los afectados: Villa Solidaridad y Villa Armonía volviendo a reencontrase una comunidad pobre, pero laboriosa.
Espere este viernes 22 en la segunda entrega de este reportaje especial, cómo esta comunidad que construyó dos sectores con ayudas solidarias, son hoy amenazados increíblemente por dos lagos.