SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Por su horrendo y conmovedor carácter, la tragedia registrada la madrugada de este miércoles en una avenida de la ciudad fue el epílogo sangriento de una sana celebración beisbolera.
La tragedia familiar provocada por un mozalbete irresponsable que atropelló a tres hermanos mientras guiaba a alta velocidad, revela hasta qué punto se registra un proceso de degradación en la sociedad dominicana.
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Solo un incalificable acto de inconciencia, producto de su inmadurez y probablemente de un deficiente control u orientación hogareña, puede haber llevado a este joven, de apenas 20 años, a convertirse en un asesino del volante.
Su irracional comportamiento ha destruido a una familia y provocado el irrecuperable pesar a una madre que ha perdido a tres de sus hijos que, a diferencia del autor de este desconsolador drama, eran personas valiosas en sus respectivos perfiles, por una trayectoria equilibrada y de convivencia civilizada.
Nadie puede suponer que una persona, en cabal dominio de sus facultades y con aprecio de la vida, propia y de los demás, pueda desplazarse como un bólido, a más de 110 kilómetros por hora por las calles de la ciudad, como ha informado la AMET.
Es casi seguro que una ingesta de alcohol haya sido uno de los desencadenantes de esta locura vial, ya que en su cuenta de Facebook, este joven, de nombre Robert Bocio, tiene una galería de fotos donde las botellas de licores las exhibe como trofeos, compitiendo con su rostro.
Tan fuera de sí se desplazaba en un vehículo, como si se tratara de una carrera en una pista de competencia, que ni siquiera redujo la velocidad al advertir que se aproximaba a un lugar donde muchas personas se habían aglomerado en la avenida Jiménez Moya para celebrar el triunfo del equipo dominicano en el Clásico Mundial de Béisbol.
Todo el peso de la ley tiene que caer sobre el causante de esta tragedia para que, además de pagar por la barbarie de acabar con tres vidas útiles, se lleve un contundente mensaje al país y la sociedad de que se aplicará un castigo ejemplar a quienes atentan contra la seguridad de sus semejantes.