SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La atención pública concentrada aun en gran medida en los pendientes conflictos postelectorales, 15 días después de los comicios, no ha permitido detener la mirada con detenimiento y profundidad en el fenómeno de la violencia criminal, que cada día adquiere en el país caracteres más horripilantes.
Son muchos los casos de crímenes cada vez más horrendos que se registran y que por sus insólitas ý despiadadas características parecen extraídos de una novela de horror.
La forma en que fueron secuestrados choferes y luego asesinados al lanzarlos vivos dentro de una profunda fosa es un ejemplo de la increíble crueldad con que se están sucediendo hechos de semejante naturaleza.
Un hecho preocupante dentro de este cuadro es que por alguna circunstancia parece que los dominicanos estamos perdiendo nuestra capacidad de asombro e indignación, como si la frecuencia de estos episodios criminales nos estuviera insensibilizando.
Otros hechos que sobrecogen el ánimo se relacionan con las continuas desapariciones de personas, en su mayoría niños, adolescentes y jovencitas, sin que las gestiones de sus parientes y las pesquisas de las autoridades hayan podido encontrar algún rastro.
Es como si se los hubiera tragado la tierra porque además de desconocerse las circunstancias precisas en que desaparecieron, nadie sabe la suerte que han corrido, aunque sus familiares, atribulados y sumidos en una angustia interminable, alientan aun la posibilidad de encontrarlos con vida.
También se repiten crímenes de mujeres a manos de sanguinarios agresores que no se conforman con quitarles la vida, sino que en un acto de demencial crueldad, descuartizan sus cuerpos, los incineran y luego los tiran en vertederos.
Ante este penoso panorama habría que preguntar, qué está pasando en el alma nacional, en los cimientos de esta sociedad, qué desquiciantes y trastornadores elementos están incidiendo para que tengamos este tipo de crímenes. Ojalá que tuviéramos alguna respuesta y que pudiéramos poner término a estos desenfrenos.