SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En medio de este prolongado período de intensas lluvias con su secuela de inundaciones, comunidades incomunicadas y familias desplazadas, se impone como imperativo supremo un llamado a proteger vidas por encima de cualquier objetivo.
Las autoridades concentradas en organismos de socorro están enfocadas en esa suprema finalidad en las zonas afectadas, pero en primer término esa responsabilidad tiene que ser asumida por los propios residentes en lugares vulnerables.
Por más esfuerzos que se realicen, la efectividad en las labores de prevención de tragedias dependerá en gran medida de que la gente advierta que en momentos de calamidad pública como la que atravesamos, lo más importante es evitar la pérdida de vidas humanas.
Perder ajuares, pertenencias y hasta sus viviendas arrasadas por este temporal interminable es un trastornador drama por el que pasan muchas familias, pero aquellos que han podido sobrevivir en circunstancias tan difíciles podrán rehacer sus vidas más adelante.
Aunque la evacuación es obligatoria en regiones críticas, la renuencia de familias a abandonar sus hogares, hasta cierto punto comprensible porque la gente se aferra a sus propiedades, dificulta el trabajo de las brigadas de rescate.
Se requiere, pues, que la racionalidad se imponga, que las personas que viven en zonas de extrema peligro comprendan que nada es más valioso que la vida y que ésta debe ser preservada para protección propia y de sus parientes.
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