SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Ante la incesante repetición de hechos delictivos, el país debe dejar de lado los parches coyunturales y las proclamas mediáticas, para adentrarse en medidas de fondo que puedan de verdaderamente fortalecer la seguridad ciudadana y defendernos de todas las modalidades criminales.
Estas acciones tienen necesariamente que comenzar por la Policía como cuerpo civil encargado de proteger vidas y propiedades.
Está claro que no podemos contar con una institución efectiva si no ofrecemos un trato digno y humano a sus miembros.
Con míseros salarios que apenas sobrepasan los cinco mil pesos, no se puede aspirar a contar con agentes que salgan a las calles a patrullar con entusiasmo y dedicación, inmunes a las tentaciones del delito.
Esto facilita hacerse de la vista gorda ante el crimen e incluso invita a la complicidad y participación directa, como ha ocurrido en estos días con los que tomaron parte en el asesinato de la joven Franchesca Lugo.
Es cierto que la honestidad personal no depende exclusivamente de un salario, sino de un conjunto de condiciones que incluyen la formación hogareña y la educación, pero lo económico juega también un papel fundamental para prevenir la degradación.
Los poco más de cinco mil pesos que reciben actualmente los agentes no es un ingreso justo ni digno, ya que los empuja hacia las manos de aquellos que han escogido el camino delictivo.
¿Es esa la Policía que queremos tener? ¿Es esa la dignidad y el apoyo que merecen quienes arriesgan sus propias vidas para proteger a los ciudadanos?
Ojalá que el castigo ejemplar que ha pedido el presidente Medina para los culpables del crimen de Franchesca no se diluya, sirva de estandarte para una lucha que tiene que ser constante y no episódica e incluya medidas que den un giro a la Policía Nacional.