SANTO DOMINGO.- El terremoto y sus réplicas que devastaron Turquía y Siria hace una semana dejando a su paso una estela de destrucción y desgracia con por lo menos 28 mil muertos, decenas de miles de heridos y millones de damnificados.
Cinco días antes de esa tragedia, un temblor de 5.3 sacudió nuestro país, generando pánico y algunos daños, contabilizados por las propias autoridades de diversas localidades.
Ante este conjunto de hechos, El Informe con Alicia Ortega plantea esta interrogante ¿qué tan preparado está el país para afrontar un panorama como el que se vivió esta semana en Turquía, o en Haití en 2010, o hechos como los vividos en México, Ecuador, Chile o Perú en el pasado?
Los edificios se desmoronaban ante la mirada de los que ya vivían en carne propia la estela de muertes, y ciudades enteras destruidas por la fuerza del movimiento de la tierra en Turquía y Siria.
Diversos equipos de rescate de todo el mundo han viajado a las zonas de desastre, ayudando con las tareas de rescate de los que milagrosamente han sobrevivido bajo los escombros, desde bebés recién nacidos hasta familias de cinco miembros.
Según diversos reportes de prensa, una de las razones por las cuales se derrumbaron estructuras completas durante estos movimientos telúricos en Turquía fue porque no se apegaban a la norma de construcción.
Algo que señalan era de conocimiento de las autoridades, pero que pasaron por alto durante años.
Y ahora responsabilizan a esas mismas autoridades por la corrupción que permitió la construcción de edificios sin estructuras adecuadas para resistir los sismos.
De su lado, Ramón Delanoy, director del Centro Nacional de Sismología dijo que “debemos de saber que la Tierra continuamente se mantiene moviéndose, que el hecho de que esté dividida en placas tectónicas, las cuales se mueven encima del manto, hace que la tierra en algún momento libere partes de energía de una manera brusca que se manifiesta como un temblor de tierra. Los temblores de tierra se dan precisamente por los contactos de las placas y en las fallas geológicas”.
Señaló que en sentido general, la población dominicana no se ha preparado para cuando ocurra un terremoto.
Delanoy se remonta al 4 de agosto de 1946 uno de los terremotos más intensos en la historia de la isla, acompañado de un tsunami que arrasó con el pueblo de Matanzas de Nagua, dejando, según crónicas, unos 100 muertos y miles sin techos.
Las reacciones al temblor de 5.3 del 1 de febrero con epicentro a unos 36 kilómetros de Las Calderas de Bani, pero que se sintió hasta en Samaná, quedaron registradas en programas de radio y televisión.
Asimismo, el ingeniero geólogo, Osiris de León explicó que “en la sociedad dominicana tenemos dos escuelas distintas a nivel conceptual, una escuela social que entiende que hay que educar a todo el mundo indistintamente de la edad, indistintamente de la clase social, indistintamente de la actividad laboral. Pero hay otro segmento de la sociedad que entiende que hablar de terremotos, explicar terremotos o hacer simulacros de terremoto es llevarle miedo, terror, pánico a la población”.
El ingeniero geólogo Osiris de León, también académico de la Academia de Ciencias, señaló que es necesario que los medios de comunicación hablen más de los temblores y terremotos.
De acuerdo con el estudio “Impacto de los terremotos en la salud mental”, publicado en 2018 por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después de un terremoto, hasta el 63% de las personas reporta desesperanza, disminución de la motivación, menor competitividad, pérdida del apetito o de peso, fatiga, síntomas de depresión, desinterés y pérdida de placer.
El estudio concluye que el primer paso es conocer la magnitud del problema, evaluar las consecuencias psicológicas, y posteriormente desarrollar un plan de acción integral.
Baní
Baní, municipio cabecera de la provincia Peravia, fue uno de los lugares donde más se sintió el temblor del primero de febrero, por su cercanía al epicentro.
El Liceo Santa Rosa es una de las estructuras que sufrió daños con fisuras en las columnas, algo que ha generado inquietud entre padres y alumnos del plantel escolar.
“Este centro educativo ha recibido algunas laceraciones en las columnas que provocó que nosotros nos pusiéramos en contacto con las personas de seguridad ciudadana, en este caso los bomberos de la provincia”, manifestó María E. Álvarez Sierra, directora del Liceo Santa Rosa.
“Nos comunicamos con ellos precisamente porque teníamos aquí la presencia de un promedio de 150 estudiantes y teníamos que garantizar la integración física de cada uno de ellos y necesitábamos expertos que nos dijeran la condición para albergar a estos chicos”, dijo.
Al momento del movimiento de tierra, las instalaciones todavía no habían recibido a los estudiantes esa mañana.
La directora dice que algo que trajo tranquilidad a la fue los reportes de evaluaciones de la estructura después del temblor.
Tras dichas evaluaciones, las autoridades dictaminaron que el recinto escolar podía seguir operando, ya que las grietas que aparecieron no representaban un riesgo.
A unos 20 minutos de Baní se encuentra Matanzas, también de la provincia Peravia.
En la calle La Mella, no. 31, los hermanos Priscila y Raúl Emilio Baez, viven con el temor de que su casa se les venga abajo señalando que la estructura presenta grietas profundas en varios puntos de los muros.
Priscila nos pidió fuera de cámara que le ayudáramos a solicitar apoyo a las autoridades, diciendo que su hermano no puede caminar ni hablar, debido a una embolia que lo limitó de algunas capacidades desde hace algunos años.
Aseguró que podría hacer poco si la pared cayera como consecuencia de otro movimiento de tierra fuerte.
Juan Manuel Mendez, director del COE, dice que el terremoto de Haití en 2010 dio la oportunidad de poner a prueba dicho plan.
“El terremoto ocurrió en la misma isla y afortunada o desafortunadamente en otro país, sirvió de plataforma para la organización de la respuesta internacional que se dio a Haití, ya que colapsaron su vía aérea, terrestre y marítimas, y la República Dominicana sirvió en ese entonces de prácticamente de canal para poder ayudar a Haití en todas las situaciones. Fuimos los primeros reponedores en llegar a Haití, tanto con Fuerzas Armadas y otras entidades más de socorro de nuestro país”, sostuvo Mendez.
Mendez asegura que los planes de contingencia incluyen la respuesta de las autoridades durante y después de un terremoto, así como la atención a las víctimas.
Sin embargo, el pánico que se vivió el 1 de febrero en el metro y teleférico de Santo Domingo y que quedó captado en videos aficionados habla claramente de la respuesta de la población.
Pese a los protocolos y planes de control de riesgo que las autoridades han diseñado para orientar a la población, para los expertos, esto no ha sido suficiente para actuar en un momento de riesgo real.
Con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2013, el gobierno dominicano publicó un programa de prevención de desastres y gestión de riesgo, el mismo que se aplica en los recintos escolares, según la directora del Liceo Santa Rosa.
Pese a los planes y protocolos, está ¿República Dominicana preparada para un terremoto?
El jueves 8 de febrero el presidente Luis Abinader emitió un decreto para la reparación de los planteles educativos que resultaron con daños por el temblor.
El decreto 32-23 detalla que la declaratoria de emergencia abarca 10 provincias: Azua, Barahona, La Vega, Duarte, Santiago, Santo Domingo, Puerto Plata, María Trinidad Sánchez, San Cristóbal y Sánchez Ramírez.