SANTO DOMINGO.- Debido a los efectos del calentamiento global y de la destrucción que causan fenómenos naturales en las plantaciones agrícolas, hay una crisis en la producción de cítricos en diferentes latitudes del mundo y la República Dominicana no escapa a esa realidad, advierte un artículo dado a conocer en esta semana por la consultora internacional Josefina Stubbs, ex asistente del Secretario General Naciones Unidas y Vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD).
El artículo señala que la República Dominicana, importador y procesador de naranjas y de jugo de naranja y actor importante en las cadenas y mercados mundiales del cítrico, tendrá que pagar más por esa situación para conseguir las cantidades y calidades de naranjas que demanda el mercado.
Ante los indicadores científicos de que el 2023 ha sido el año más caluroso jamás registrado, se prevé que la crisis climática se profundizará y la agricultura, la producción de alimentos y el cultivo de cítricos incluyendo la naranja seguirá en todo el planeta, sufriendo duras embestidas y sus precios serán impactados.
En medio de las altas temperaturas en todo el planeta, la periodista señala que “las naranjas también sobreviven de la ley de oferta y demanda”, en vista de resultado de la baja disponibilidad, las estimaciones de la industria cítrica y los productores indican que para el año 2022-2023 la producción de jugo de naranjas caería un 9 por ciento.
Como consecuencia, países productores como Brasil, Estados Unidos, México o la Unión Europea también exportarán menos frutas y menos jugos; deberán garantizar a sus mercados domésticos la disponibilidad del producto.
Como un efecto colateral, Stubbs señala en su artículo que a su vez, “los procesadores, que ya tienen que pagar un costo adicional debido a la disminución de la oferta de naranjas, también deben comprar más naranjas para hacer la misma cantidad de jugo”.
La periodista apunta que la escasez de materia prima encarece los costes al inicio de la cadena y como correa de transmisión los transmite a los consumidores, por lo que resulta imposible no reflejar los costes, ya que se romperían el funcionamiento en la cadena de transmisión de precios poniendo en peligro la disponibilidad del producto final.
“El consumidor podría ser el gran perdedor de un producto que por su valor nutricional es fundamental en la canasta alimentaria. Los últimos reportes de precios al consumidor indican un aumento de alrededor del 8 por ciento del costo del jugo de naranja en la República Dominicana”, expuso.
A seguidas añadió que “ciertamente, un aumento significativo en un ambiente de aumento de precios generalizados y donde las familias luchan cada día por hacer rendir su presupuesto de alimentación”.
Al abordar las diferentes formas de afronta el problema con el menor perjuicio posible para el público, la experta financiera señala que “aunque los productores, los industriales y los distribuidores de cítricos y naranjas estén dispuestos a ganar menos con tal de garantizar que su jugo de naranja esté en las mesas, las escuelas y en los lugares de trabajo de las familias dominicanas, es imposible atajar la verdad”.
Stubbs se plantea entonces varias interrogantes sobre esta problemática: ¿Podría hacerse algo para proteger y recuperar la producción de naranja en el país? ¿Son insuperables los efectos del cambio climático en la producción de cítricos? ¿República Dominicana cuenta con datos suficientes para avanzar alternativas posibles que ayuden a que la producción de naranja y cítricos y su consumo nacional reverdezca?
Finalmente sostiene que esta discusión es necesaria, no solo para beneficio del consumidor y la industria, sino también para que la naranja siga estando en la mesa de todos los dominicanos.