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Batalla Electoral 2024

PLD: doloroso y penoso

 Hoy  donde ya las pasiones se han desbordado de manera incontenible y las preferencias por uno y otro bando se han polarizado de manera tan acentuada, resulta demasiado tarde. 

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No puede calificarse de menos doloroso y penoso el cuadro que hoy ofrece el Partido de la Liberación Dominicana.

Después de haber sido gobierno por espacio de cinco períodos, los últimos cuatro de manera consecutiva, ganador en primera vuelta y con un margen concluyente de victoria, hoy confronta un grave proceso de escisión y fraccionamiento interno que da lugar a significativos cambios en el escenario político, motiva a la mayoría de los politólogos a pronosticar una segunda vuelta para la elección presidencial, y a juicio de algunos a poner en riesgo su continuidad en el poder mas allá del 2020.

Pero al margen de esas consideraciones, análisis y especulaciones, ya en plano tanto político como humano, no pasa por alto el hecho de que el partido que ofrecía una imagen compacta, de unidad monolítica, y que luego de desprendimientos iniciales, había encontrado la forma de solventar todas sus dificultades y diferencias puertas adentro, de como se dice popularmente “barrer y colocar la basura debajo de la alfombra”, hoy en cambio, proyecte la de una organización en pleno proceso de desmembramiento interno.

Fue ese espíritu unitario, el anteponer por encima de aspiraciones y pasiones, la meta de retener el poder, un factor de primera importancia en los persistentes triunfos electorales que han marcado su trayectoria en las últimas dos décadas y media.  Fue también un elemento distintivo que lo diferenció de las demás agrupaciones políticas que durante ese tiempo atravesaron por el contrario, graves procesos de fraccionamiento y dispersión que menguaron su fuerza electoral.  Tal como el PRD y el PRSC por citar las dos agrupaciones que compartían con el partido morado el grueso de las preferencias electorales.

Doloroso y penoso como señalamos al principio que quienes en el pasado lucharon hombro con hombro, bajo la rectoría de Juan Bosch, y luego de su muerte se comprometieron a mantener en alto su legado, compartiendo reveses y esperanzas y uniendo manos, voluntades y tenaces esfuerzos hasta alcanzar el poder, hoy, sin embargo, sacan a la superficie resentimientos acumulados, se reprochan,  inculpan y descalifican apelando a un lenguaje cada vez más ofensivo y subido de tono y se convierten de compañeros y amigos de antaño en irreconciliables enemigos a muerte al presente.

De seguro hoy muchos peledeistas de base, de larga militancia y  corazón deben sentirse lastimados por tan penosa situación, a la que posiblemente no se hubiese llegado de haber contado con la sensata intervención de un árbitro que haciendo gala de paciencia y prudencia hubiese podido contribuir a bajar los encrespados ánimos, zanjar diferencias por vías de diálogo, restañar a tiempo las heridas en vez de permitir que se profundizaran y propiciar acuerdos razonables.

Hoy  donde ya las pasiones se han desbordado de manera incontenible y las preferencias por uno y otro bando se han polarizado de manera tan acentuada, resulta demasiado tarde.

¿Lo será también para que pueda retener el poder más allá del 2020?

¿Ha llegado al final de su ciclo histórico?

Solo el tiempo dirá.

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