La República Dominicana tiene ahora una excelente oportunidad de integrarse, mediante novedosa tecnología, en una lucha más efectiva para combatir el flagelo de la corrupción administrativa y del fraude en las obligaciones impositivas
Fuera de las declaraciones de intenciones que apenas alcanzan resultados o consecuencias y de los organismos que no mueven adecuadamente la acción pública, el país necesita acciones firmes y concretas para identificar y castigar a evasores y corruptos.
Este necesario combate para adecentar el ejercicio público y también el desempeño en el sector privado, podría tener un empuje significativo si seguimos los pasos de Italia, que ha comenzado a aplicar un potente instrumento para combatir el fraude fiscal.
El denominado “gastómetro” permitirá identificar e investigar a quien consuma por encima de sus ingresos, lo que pondría en evidencia prácticas ilegales para incumplir con el pago de impuestos.
¿Qué pasaría aquí si ese sistema se aplicara para comparar todos los gastos de los contribuyentes, desde los grandes hasta los pequeños, con respecto a los ingresos que declaran las autoridades encargadas de recaudar impuestos?
De seguro que el solo anuncio de un proyecto semejante desataría un pánico, principalmente en aquellos grupos o sectores que, por suerte, artimañas e impunidad, han logrado amasar fortunas viniendo de la inopia más absoluta.
Como hasta ahora no ha habido una manifiesta voluntad de que el combate a la corrupción en todas sus vertientes llegue hasta los llamados “pejes gordos”, debido a soterradas complicidades, es difícil que sigamos el ejemplo italiano.
Se podrían aducir falta de recursos para ponernos a tono con el logro alcanzado por una nación del mundo desarrollado, pero en realidad no pasaría de una excusa para encubrir la indiferencia y dejadez frente al crimen de quienes se enriquecen mediante maniobras dolosas.